-Seguramente antes de hacerlo pensó que la expresión acabar con su vida, era la apropiada para jugar antes de acabar con su vida.
-Le gustaba mucho desentrañar, o entrañar a su modo, las frases hechas.
-Quienes no le conocían decían que era un tipo solidario.
-Otra frase hecha.
-Creo que era un tipo solitario porque estaba rodeado de amigos solitarios que, como él, preferían no juntarse con nadie.
-Era más reconocido que famoso.
-Él no había aspirado a ser ninguna de esas cosas.
-Tal vez ese fracaso. Tal vez algún otro. Tal vez su exitoso modo de triunfar como perdedor.
-Cualquiera sabe por qué alguien acaba con su vida o la de otro.
-La gente mata por razones sólidas: Raymond Chandler, creo.
-Y se mata.
-Ella cree que un día de estos dará con las razones que -ahí va otra frase hecha- lo empujaron hacia el precipicio.
-Lo vió aquella noche. Ella salía del restaurante, a las dos de la mañana, después de su jueves de trabajo. Ya era viernes, entonces. Él iría pensando que lloviznara en la ciudad que lloviznara, llamaba a esa lluvia garúa. Así en Praga como en Buenos Aires. Él no caminaba pegado a la pared, resguardándose bajo los salientes de las casas, las cornisas, los balcones. Bueno, llevaba su sombrero, claro, pero nunca lo concibió a éste como paraguas. Tampoco caminaba deprisa. Ni disfrutaba de la llovizna. Más bien le gustaba padecerla plácidamente. Todo lo contrario que ella. Él iba y ella venía. Y viceversa, claro.
-Sabes como es.
-Sí, tal vez no sea verdad que él la mirara de reojo durante ese microsegundo que duró el cruce.
-Pero seguro que ella sí que lo miró.
-Y supo que era él. Por eso frenó en seco y se volvió, y por un instante se olvidó de la noche, del agua y del pasado que acababa de pasar junto a ella.
-Y ella junto a él, claro.
-La noticia del día siguiente disparó la mitificación del momento.
-Del genio.
-Del sabio.
-No sé si quiero verla, escuchar su teoría.
-Yo también prefiero leer el cuento que no tardará en escribir, que escucharla contar la experiencia que volcará en el cuento.
-Hay gente que es mejor por escrito.
-¿También lo dices por él?
-No lo sé.
-...
-No he dicho eso de pérdida irreparable en ningún momento.
-A mí también me ha costado bastante contenerme.