jueves, 29 de abril de 2010

-Sufrir pero poquito.

-Venero mis referencias. Sobre todo las que me señalan el inequívoco camino que lleva al precipicio bonachón, de no más de medio metro de caída.
-Sufrir pero poquito.
-Respeto mis influencias. Aunque su rastro sea inapreciable en el rastro que dejo. Me someto a los maestros. Claudico ante mis grandes. Me postro ante mis muertos. Les rezo para que me ayuden a pasar de ellos.
-No hay nada como tener un lugar de trabajo cómodo, soleado, aireado, y minado de tumbas queridas.
-Adoro aquella foto en blanco y negro de la cama vacía o, lo que viene a no ser lo mismo, aquella foto transparente de tu ausencia, o de tu ausencia transparente, es decir: visible pero no carnal.
-¡Llorón!
-Muero por recordar aquel recuerdo que de tan olvidado en la punta de la lengua se ha hecho lengua.
-Acabo de llamarte llorón y tú...
-...
-El autor acaba de tragar saliva.

martes, 27 de abril de 2010

-Eso es de Pessoa.

-Ya no es la que era.
-No, ahora es la que fue.
-Ya no es mía.
-Es nueva para otro.
-Ya no es cruel conmigo.
-Tal vez sea ahora la amorosa moza que sonroja la vergüenza de otro menos inocente que tú.
-Ya no volverá a no quererme.
-Es el futuro adiós de otro que la cree suya.
-Ya no me sonríe desde el extremo de mi rigidez.
-No. Ahora se le llena la boca de otro hombre.
-Ya no lloro por ella.
-Ahora lloras por el que le llora las gracias.
-Ya no puedo más que no morir con ella.
-Hay gente con suerte. Y no eres tú.
-Ya no soy yo.
-Pero alégrate: ayer fuiste la víspera de la fugaz felicidad de otro.
-¿Por qué para ser feliz hace falta no saberlo?
-Eso es de Pessoa.
-Déjame en paz.
-Lo mejor de cuanto decimos ya lo ha dicho otro.
-...

jueves, 22 de abril de 2010

-La mujer de los cines Acteón. (y 3)

-Era esa.
-¿Qué?
-Esa mujer.
-¿La de los pósters?
-Las dos.
 -¿Fue tu novia?
-No fuimos novios.
-¿Qué fuisteis?
-Otra cosa. Y no me preguntes qué cosa.
-Amantes.
-Cuando cumplas quince seguimos hablando.
-¿Para qué me hablas de ella ahora, entonces?
-Porque la conocí y está colgada ahí.
-Erais conocidos.
-Eso es.
-Amantes conocidos.
-¿Mamá lo sabe?
-No. No tiene importancia.
-¿Qué no tiene importancia?
-Que lo sepa.
-Pero tiene importancia que yo lo sepa.
-No, tampoco tiene demasiada importancia.
-...
-...
-Un poco horteras las fotos.
-Eran lo años ochenta.
-¿En esa época no era hortera vestirse o desvestirse así?
-...
-¿Y qué pasó?
-¿Con ella?
-Sí, ¿qué pasó con ella?
-No sé. Se acabó.
-Se acabó la amante.
-Se acabó nuestra relación.
-¿Relación?
-La historia. Se acabó nuestra historia.
-No termino de entender, papá.
-Claro.
-Oscuro.
-Vamos.
-¿Qué fila tenemos?
-La siete.
-...
-...
-La mujer de los cines Acteón.
-Eso es.
-Deberías escribir sobre ella.
-A ver.
-Eso. A ver si te aclaras.


lunes, 19 de abril de 2010

-La mujer de los cines Acteón. (2)

-Fue en esta casa. Había montado su pequeño estudio en el salón. Una lona como fondo, unos focos, sus cámaras.
-¿Crees que tenía un plan?
-Creo que tenía un objetivo. Como tú.
-Tendría más de un objetivo, si se dedicaba profesionalmente a la fotog... perdón.
-Tal vez su plan B fuera quererme. Pero planificó mal el plan A. Aparentemente el más fácil: simplemente hacerme disfrutar.
-Quizá lo que tu interpretas como venganza, en realidad fue homenaje. Un regalo. Cientos de miles de personas viéndote en lo alto del hall del cine, admirando tu ves y tu envés, todo lo desnuda que su generoso amor podía permitirse, claro. Tal vez quería convertirte en una mujer adorable por todos.
-Convertirme en la mujer de los cines Acteón.
-La mujer de los cines Acteón.
-Puedes usar el título. No me sentiré robada.
-Quiero robarte.
-Bueno, ya has conseguido birlarme dos pequeñas muertes.
-¿Puedo robarte también esa frase?
-Todo este diálogo es tuyo.
-No, resiste, quiero robártelo.
-Cierro mis piernas, entonces.
-¿Echas de menos al fotógrafo?
-Nunca contesto a esa pregunta en mi segunda cita.
-...
-Y a mí, los homenajes me gustan en vida. Ve sabiéndolo. O vete sabiéndolo.

viernes, 16 de abril de 2010

-La mujer de los cines Acteón.

-Yo soy esa.
-¿Qué?
-Esa. La de los pósters. 
-¿Eres las dos?
-Las dos soy yo. De frente y de espaldas.
-No me lo puedo
-La mujer de los cines Acteón.
-Joder.
-Hace quince años.
-¿Eres tú?
-Era yo.
-Sí. Eres tú.
-El que me hizo las fotos fue mi novio. También el que las vendió cuando rompimos. Ahora esas venganzas son habituales con Internet. Fue un precursor, mi ex.
-Pues estás preciosa.
-¿Antes o ahora?
-Sigues siendo preciosa.
-Gracias. Lo dices porque tienes un objetivo, pero gracias de todos modos.
-¿Quién más sabe que tú eres la mujer de las fotos gigantes de los cines Acteón?
-Los amigos de mi ex, supongo. Y ahora tú.
-Cuando venía a este cine, los dos pósters me parecían una especie de extraño anacronismo. Un pegote. Precioso. O una estilización de la decoración tópica de los talleres de reparación de automóviles.
-Sólo que a mí no se me ve nada. Nada... decisivo.
-Bueno, lo que se ve invita a ver lo que no se ve.
-Había, hay, otras fotos en las que se me ve todo. Nada de invitar. Entrada gratis. Pero supongo que aquí, en este hall, no pueden permitirse colgar más que estas.
-Estás preciosa.
-Ya. Ahora, tu objetivo además está embadurnado por el morbo de conseguir hacer tuya a la mujer de los cines Acteón, la chica de los dos pósters del hall. ¿Cómo me prefieres: de frente o de espaldas?
-Nunca contesto a esa pregunta en la primera cita.
-...
-Tienes una sonrisa muy
-Va a empezar.
-Sí, entremos.

martes, 13 de abril de 2010

-Hablas como un perdedor.

-He nacido antes de tiempo. Horas antes de tiempo. O tal vez sólo años antes. O hermanos antes de tiempo. Quizá por eso todo lo que llega, lo que me llega, me llega tarde. A destiempo. Lo que finalmente llega, llega  después del final.
-Más vale tarde que nunca.
-No, tarde es tarde.  Tarde es nunca. Cuando se acabó el partido.
-La vida no es un partido de fútbol.
-Te equivocas. La vida es un partido de fútbol. Es una pelea de boxeo. Es una partida de ajedrez. Empieza, acaba, alguien gana y alguien pierde. Tienes un tiempo. Tienes un tiempo que acaba por agotarse. Y cuando se acaba la partida, el partido, la pelea, alguien ha ganado y alguien ha perdido.
-El simil que utilizas no me gusta, pero, en todo caso, también puedes empatar.
-¿Me estás hablando en serio?
-No has perdido. Desde que me contaste tu secreto hablo como alejándome de él. Temo que alguien escuche con atención lo que evito decir. Pero puedes estar tranquilo.
-Ya da igual. Puedes gritar mi secreto. Ha caducado. He perdido.
-Prometí llevármelo a la tumba.
-Es tarde. Ya no tiene sentido conservarlo. Déjalo en la calle, junto a un árbol. Los secretos abandonados no duran nada en las aceras. Ya verás como ayuda a que un mendigo se sienta menos perdedor.
-Hablas como un perdedor.
-Y tú como un empatador. Es decir, hablamos como dos perdedores. Yo he sido vencido cabalmente, y tú no te enteras de que te han metido seis chicharros y no conseguiste pasar la mitad del campo; te han tirado a la lona en el segundo round y desde entonces vives en coma; te han dado jaque mate y sigues empeñado en buscarle sesenta y cuatro cuadraditos al gato, en vez de saber que, te pongas como te pongas, tu rey yace tumbado sobre el tablero y no vas a ponerlo en pie ni con un cargamento de Viagra.
-Necesitas echarte una mujer. O por lo menos echarte un polvo esperanzador. Y no me digas que también se te ha hecho tarde para eso.
-A mí y a ella.
-¿Le contaste el secreto?
-No ha hecho falta.
-Lo siento.
-No lo sientas.
-Uf. Qué hermética charla, ¿no?
-¿Tú crees?
-Sí. ¿No?
-Yo lo he comprendido todo.
-Define comprender.

viernes, 9 de abril de 2010

-No sabes cuánto.

-No sé cómo decirte esto.
-No estoy aquí para enseñarte a despedir a la gente.
-No sé cómo hacer bien lo que voy a hacer.
-...
-La cosa no...
-...
-Tú sabes cómo es esto.
-Sí lo sé no me lo digas.
-Creo que no terminas de encajar. Eres muy bueno. No sé. Sabes como es esto. Es una cuestión de tono.
-¿Tono? Mi trabajo es el tono. Soy un mercenario del tono. ¿Qué le pasa a mi tono que no sintoniza con el tuyo?
-El tono es algo... no sé, el tuyo es como más urbano, y el que buscamos... no lo sé...
-No lo sabes.
-Lo sé, pero no sé, es una cuestión... no es nada en concreto. Y oye: estoy seguro de que volveremos a trabajar juntos.
-Me voy con  mis tonos a otra parte, antes de que mi presencia te haga acabar con tu stock de tópicos.
-¿De tópicos?
-...
-Oye, que lo siento.
-...
-No sabes cuánto.
-Lo sientes más que yo, ¿a que sí?
-...

martes, 6 de abril de 2010

-A veces me falta algo.

-A veces me falta el aire.
-A veces me falta el dinero.
-Cuando me falta el dinero no puedo respirar.
-A veces me falta el amor.
-A veces me falta el sexo.
-Cuando me falta el sexo no puedo amar.
-A veces me falta papá.
-A veces me falta mamá.
-Cuando me falta mamá lloro a papá.
-A veces me falta algo.
-A veces me sobra todo.
-Cuando me sobra todo me falta algo.
-A veces quiero.
-A veces puedo.
-Pero sólo a veces.
-Sí, a veces siempre es a veces.
-Y siempre nunca es siempre.
-Estamos sembrados
-Oye , quiero dejar claro que, a pesar de lo que dije, a mí nunca me falta sexo. Nunca me falta mi sexo. Me faltan algunos milímetros de mi sexo, eso sí. Porque yo soy muy de añorar el centímetro y medio que nunca he tenido.
-¿Los milímetros te faltan a veces o siempre?
-...

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