-Hay una oferta de hastío que me resisto a comprar.
-Pero llegan las rebajas del asco.
-Y es difícil contenerse.
-Te lo ponen tan asquerosamente fácil que no es fácil.
-Con los escudos de belleza y pasión que mis entrañas llevan maleando durante tanto tiempo peleo para no sucumbir.
-Pero el asco acaba manchándote un poquito o un mucho.
-Compro, sí, al final compro.
-Es repugnante, pero con esos precios, ¿quién puede resistirse a pasar toda la tarde delante del televisor?
-Encendido.
-Si no quedas satisfecho te devuelven a un estado irrecuperable.
Barato me lo pones.
ResponderEliminarMe gustaban los televisores cuando servían para apoyar encima algunas cosas.
ResponderEliminarEl tuyo lo dejo encendido si así lo pintas.
Un abrazo.
Bueno, bueno...no haré comentarios, yo sin tele no sé pasar una velada.
ResponderEliminarUff! Yo soy más bien de ver documentales, pero hasta ahí llegaron las "rebajas de asco", cuando hicieron los homenajes al 9/11 y los mostraban a Bush y a Condoleeza y a la puta que los parió como héroes, como si no nos acordáramos de todo lo que vino después...
ResponderEliminarAbrazo grande.
Yo, soy de la radio, siempre puesta o hablada o musical, pero de la radio...
ResponderEliminarTu anuncio es muy bueno me has recordado una viñeta de Mingote que tengo por ahí para colgar próximamente...Lleva el mismo mensaje. Ya la verás.
Besicos.
Ah, veo un poco de TV, pero sin anuncios.
La imagen fue el final perfecto.
ResponderEliminarSaludos, Blanco
Leí en una revista que Elvis, el gran Elvis, tenía siete televisores en su mansión. Y todos encendidos las 24 horas del día. Decía que así se sentía acompañado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo Blanco, espero que me perdones pero mi entrada de hoy está dedicada a ti.
ResponderEliminarBesicos.
Como dice un amigo, nos alejaron la distancia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ha merecido la pena encontrar ese televisor encendido al seguir los consejos de Cabopá. Cuántas neuronas se desgastan con ellos.
ResponderEliminarSaludos.
Que buena conversación la de esta entrada Blanco, me ha encantado la última frase, "te devuelven a un estado irrecuperable", no sé si debo avergonzarme pero yo sí miro algunas cosas de la tele aunque prefiero el silencio de la lectura.
ResponderEliminarbesos
Super original tu blog,te sigo de cerca.
ResponderEliminarUn abrazote y gracias por tu visita.
Acabo de descubrir "latinavisión", es la antesala al cataclismo.
ResponderEliminarSiempre preguntas...hoy estoy haciendo alfajores.
Gracias, de nuevo, B., por la lectura...es un texto largo y sé que no te sobra el tiempo.
L. Y.
Yo conocí hace muchos años a un tipo, teníamos 21 años, que nunca había tenido televisión en casa. El viejo no quería una caja tonta en casa, así que él y todos sus hermanos se dedicaban a leer y estudiar. ¡Qué grande!
ResponderEliminarA mi me encanta tumbarme en el sofá y ver la tele, insultar a los guionistas de los telediarios, a los creativos publicitarios, políticos, periodistas y ver como manipulan la información... y reconozco que me encantan los teleflims imperfectos creados para la tv, los programas de cine de La2 de tve (me gustaban más los de Garci, pero...), con los documentales duermo una siesta placentera, los repiten tanto. En los programas de la telebasura vemos un reflejo de la realidad que vivimos... conozco millones de libros que son tan parecidos a la tv... y que la gente lee sin más.
Abrazos Blanco
¡Compra, Esgaracolchas, compra!
ResponderEliminarLas muñecas flamencas también añoran las viejas teles, Jose.
No te sientas sola, aina.
Uff! Bien dicho, Risk.
Sí, la radio tienen mejor imagen que la tele, cabopá.
Gracias otra vez por dedicarme la entrada.
Gracias, Mar.
Sí, seguro que funciona, Thornton.
Gran verdad, antero.
Gracias por pasarte, Paloma. Te has dejado la tele encendida.
No te avergüences, Madison. No eres la única.
Yo también te sigo, Murci...
Alfajores=Havanna=Buenos Aires (aunque la fábrica está en Mar del Plata). ¡Señores, esta mujer escribe estupendamente! Se llama Lena Yau.
Me encantan tus comentarios, Antonio. Yo también insulto a los guionistas. Mis queridos colegas.
Gracias a todos. Ya sabeis, poco tiempo. Pero nos seguimos leyendo.