lunes, 24 de agosto de 2009

-Se está imaginando la escena.

-Pretendían darme uno de esos masajes modernos.
-Con barro...
-Con vino, con chocolate. Qué vulgaridad. Hace meses que un hombre no me pone la mano encima. Y una mujer. He olvidado la última vez que una mujer me puso la mano encima. Mucho menos untada de algo.
-En sus memorias dice que Ava Gad
-Esa fue la penúltima vez.
-Ah.
-Se lo expliqué amablemente al tipejo del hotel -puedo ser muy amable si me empeño: soy una grande de las escena-, uno de esos relaciones públicas que no saben hablar, no saben sonreír, no saben seducir, y viven convencidos de que saben hacer todo eso.
-Seducir es un arte. Lo he aprendido viendo sus películas.
-¿Viéndome mí o a mis galanes?
-Eh...
-Ustedes los jóvenes, no saben afrontar las repreguntas. Le dije al idiota que pasaba de que me masajearan, hombre o mujer, con o sin vino en las manos.
-¿Le insinuó su bisexualidad al tipo del hotel?
-Soy demasiado mayor para insinuarle algo a palurdos sin encanto. Le dije claramente que si tenía algún ejemplar masculino o femenino que ofrecerme debía cumplir dos condiciones: no ser ni demasiado joven ni demasiado pagado de sí mismo: los jóvenes no saben hacerlo, imagínese si, además, son pagados de sí mismo.
-...
-Se está imaginando la escena.
-No, no.
-A las pocas horas el imbécil del hotel me dio la sorpresa del verano. Se presentó con una preciosa muchacha que rondaba los treinta y cinco, y con un joven no tan joven que seguramente ya no cumplía los cuarenta.
-...
-¿Quiere beber algo?
-No, no.
-Hoy mi secretaria no vendrá. No ha acertado con el día. Usted.
-No, no importa. Es decir, no me hubiera importado saludarla, pero
-Le falta imaginación, joven. La imaginación es necesaria para prever y prevenirse del futuro.
-...
-Olvídese de lo que acaba de oír, no es más que una frase enigmática sin sentido alguno y dicha a destiempo.
-No crea.
-El tipejo del hotel pretendía glosarme las virtudes de cada una de sus ofertas. Para que eligiera. Le pedí amablemente que se fuera. Cuando cerré la puerta en sus narices iba a recitarme los precios, las tarifas. Cuesta creerlo. La elegancia es una condición del alma.
-Página 46 de sus memorias.
-...
-...
-Deje de mover las manos. Hay que aprender a convivir con los silencios. El silencio es el compañero que a todos nos espera.
-Página 102, y lleva usted razón.
-Hacían una bellísima pareja. Después de todo, el tipejo había dado en el clavo, si me permite la expresión.
-Sólo era incompetente en la forma, no en el fondo.
-¿A usted le gusta mirar?
-¿Mirar?
-Sí, mirar.
-Me gusta, sí, me gusta mucho mirar.
-A mí también. Hay ocasiones en las que una debe limitarse a mirar.
-...
-Ella no, pero él había visto alguna de mis películas. Lo noté ni bien comenzó a desnudarla. Y no me pregunte en qué lo noté, por favor joven, no me lo pregunte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails