-Me gustan más los perros.
-Lo hablamos cuando quieras.
-No hay nada de qué hablar.
-Vale.
-¿No te importa, verdad?
-No, está bien: puedo no hablar contigo de cosas que me interesan.
-Espero que no me consideres una reaccionaria.
-Tranquila, no te considero.
-Es que así como estamos, sin ropa...
-...
-Eso.
-No te gustan los gatos, te gustan los puntos supensivos.
-No es verdad: no me gustan los puntos suspensivos.
-Acaba las frases, entonces.
-No me acostumbro a dialogar contigo en la cama.
-No se hable más.
-¿Qué me quieres decir?
-Lo hablamos cuando quieras.
-No hay nada de qué hablar.
-Vale.
-¿No te importa, verdad?
-No, está bien: puedo no hablar contigo de cosas que me interesan.
-Espero que no me consideres una reaccionaria.
-Tranquila, no te considero.
-Es que así como estamos, sin ropa...
-...
-Eso.
-No te gustan los gatos, te gustan los puntos supensivos.
-No es verdad: no me gustan los puntos suspensivos.
-Acaba las frases, entonces.
-No me acostumbro a dialogar contigo en la cama.
-No se hable más.
-¿Qué me quieres decir?
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