-Es la sexta vez que lo hacemos, y nada.
-Tienen otro tempo.
-Pues mi tempo es oro.
-Nosotros los tíos parcializamos, pero la totalidad es más que la suma de las partes.
-Ella parte y reparte y después de seis veces sigue quedándose con la mejor parte, sigue sin darme esa parte que tanto le gusta a esa parte de mí que necesita que una parte de la relación se base en que ella le haga eso a mis partes.
-¿No pones en práctica estos juegos de palabras cuando estáis en la cama, no?
-¿Cómo se te ocurre?
-Ni se te ocurra. Los tíos somos más pornográficos. La pornografía se basa en el primer plano, en dejar fuera de plano el resto. La pornografía huye de la totalidad. Como tú.
-Haces que suene como algo malo.
-No me hagas caso, es que leí algo así hace unos días, no sé dónde. Lo que tienes que hacer es obligarla con sutileza.
-El problema es que me lo paso tan bien cuando lo hacemos, que me doy cuenta de que no me ha hecho lo que quiero que me haga cuando está saliendo por la puerta.
-¿Has probado a pedírselo sin tapujos?
-Ya me conoces: No sé hacer nada sin tapujos.
-A lo mejor está pidiéndote a gritos que se lo pidas a gritos.
-Esas cosas no se piden.
-Pues entonces espera a que ocurra, simplemente.
-Mi paciencia tiene un límite.
-¿Y cómo vas a plantearle un ultimátum si te lo pasas tan bien, si tienes tapujos, si no quieres pedírselo a gritos?
-Tengo que empezar a sufrir más y a disfrutar menos.
-Eso suele forzar las situaciones, sí.
-Lo percibirá. No querrá perderme. Finalmente, lo hará.
-Sí, ponerla entre la espada y la pared suele funcionar.
-También puede ocurrir que si la pongo entre la espada y la pared, elija pared.
-El amor es riesgo.
-¿Amor? Cuando finalmente me lo haga, empezaremos a hablar de amor. Por ahora, esto es sexo. Puro y duro.
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