martes, 1 de septiembre de 2009

-No retires los platos aún.

-¿Eres Juan?
-…
-¿Te llamas Juan? Eso me ha dicho Raúl. Es lo único que me ha dicho de ti.
-…
-Ninguno de los dos os llamáis como decís, ¿no?
-…
-No deberíais preveniros tanto contra mí. Aunque os viera la cara, supiera vuestros nombres reales, vuestros apellidos, conociera vuestras biografías… No te estoy pidiendo que me quites la venda, que me desates, que me dejes llamar a mis padres. Juan, o como te llames, oye. Háblame. Dime hola. Dime Elena.
-…
-No retires los platos aún.
-…
-No hables, si no quieres. Pero no te vayas todavía. Escúchame. No cierres. Dile a Raúl que venga. Dile que no volveré a pedirle que me toque. He reflexionado. Lo comprendo. Ya no necesito nada. Está bien así. Me basta con la comida. El agua. ¡No! No cierres. Dile a alguien que venga. No es necesario que hable. No hace falta que me toque la cara. No me importa quedarme aquí hasta que se acabe todo esto. En serio. Podéis estar aquí conmigo. Todo el tiempo. Confiad. Yo nunca sabré nada de vosotros dos.

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