-No quieres saber lo que me pasa. Tampoco quieres que te lo oculte. Haga lo que haga, te molestas. Te enfadas. Te cargas todas las normas de entendimiento. Los ordenamientos que rigen las discusiones. El reglamento de la convivencia. Te vuelves insoportable. Ni comes ni dejas comer. Estoy atrapado en tu histeria. No entiendes ni quieres entender. Olvidas quién eres. O quizá es que sólo entonces, en el punto culminante de estas desquiciantes divergencias, eres completamente tú. No lo sé. El resto del tiempo, luchas contra ti misma. Tampoco quieres dejar de intentarlo. Tal vez porque sabes perfectamente quién y cómo eres. Insoportable.
-¿Literalmente, se lo dijiste literalmente?
-El concepto. El concepto era ese.
-¿Y ella qué contestó? Lo más literalmente que puedas, por favor.
-¿Eres víctima o victimista? Y yo: No entiendes nada. Y ella: ¿Histérica yo? ¿Tú recuerdas la semana que me diste cuando no encontrabas el sinónimo de desatascar que buscabas?
-¿Desatascar?
-Literalmente.
-No termino de comprenderte.
-Me da igual que no me comprendas. Son planos diferentes. A ti puedo mandarte a la mierda. Tú puedes mandarme a la mierda. Lo que se juega en la pareja no se juega en el plano de nuestra amistad. Mas-cu-li-na, además. Lo mismo ya no es lo mismo si te lo cuento a ti. Si me escuchas tú y no ella. ¿Es necesario que te aclare estas obviedades?
-Obviedad no tiene plural.
-Joder.
-¿Cómo acabó todo?
-Le dije que seguía teniendo unos pies preciosos.
-¿Así, sin venir a cuento?
-¿Que no venía a cuento? No entiendes nada.
Me gusta.
ResponderEliminarLo bue, si bre, dos veces bue. Gracias, Anónimo.
ResponderEliminarAyer estaba yo intentando darle forma a una escena cuando escuché la risa de Ángeles mientras se daba una vuelta por aquí. Y luego: "Esto te va a gustar". Entonces me leyó esta entrada. Y nos reímos. En fin, felicidades. Y gracias (por haberme deparado un alivio que me devolvió al trabajo con un aire más liviano).
ResponderEliminarUn saludo