-Se trata de una fantasía sexual largamente acariciada por mí.
-Todas las fantasías sexuales son largamente acariciadas.
-Esta, entonces, amor, muy largamente acariciada.
-Lo del trío ha sido un fracaso.
-Lo reconozco. En parte fue mi culpa, como bien sabes y sé que sabes. En parte por esa chica y su empeño en centrarse en
-Vale, vale. Ya sabes por qué ha fracasado. Por qué todas fracasarían.
-Discrepo, amor.
-El ámbito natural, el lugar sano en el que deben vivir y desarrollarse las fantasías sexuales, ese reducto en el que las largas caricias pueden ir y venir largamente a lo largo, ancho, y dentro de ellas, es, precisamente, el de la fantasía. Parece obvio. Es obvio. ¿Por qué te empeñas en sacarlas a pasear?
-Sólo una. Quiero sacar a pasear una de mis tantas fantasías. Y contigo. Quiero sacarla a pasear contigo. En este caso no habría terceras personas. Ni terceras tetas.
-Es imposibe. Además de ilegal. Es irrealizable. Además de inviable.
-Si irrealizable e inviable no son sinónimos...
-Sabes que me encanta ese lugar. Lo mucho que disfruté cuando estuvimos allí. Lo que significó y significa haber estado en esa habitación. Ese rato ya es inolvidable. Forma parte de la iconografía imborrable de nosotros como pareja.
-Así es. Sólo nos falta hacerlo sobre el diván.
-No puedes estar hablando en serio.
-Estoy deseando en serio, amor.
-Es como allanar la propiedad privada. Allanar la historia. Es como echarle una lata de pintura a la Gioconda.
-Lo dejaremos tal y como está.
-¿Cómo podría quedar como está después de haber follado sobre él? Nada quedaría igual después de eso. Debes admitirlo.
-Siempre alabas la increíble ausencia de arrugas cuando hago la cama.
-Eres muy buena alisando. Soterrando los rastros de la noche. Pero esto es diferente. Es imposible.
-No veo la imposibilidad por ninguna parte. Prometo soterrar como nunca.
-No.
-Conocemos la dirección.
-El número 20 de Maresfield Gardens.
-Los horarios. Tenemos el dinero para viajar. Londres es una ciudad que nos encanta. Disfrutaríamos de nuestra estancia.
-Ni siquiera voy a considerarlo.
-Hampstead es un barrio precioso. Además, podríamos pasar la noche en el museo y por la mañana visitar la parte norte del barrio. Nos debemos una visita a lo alto de la colina de Hampstead Park.
-Jamás accederé a cometer esa locura. Fracasaríamos. Nos frustraríamos.
-¿Qué mejor lugar para frustrarse que el diván de Freud?
-No insistas.
-Tienes la sexualidad aún más pequeña que el sexo.
-¿Eh?
En realidad en Camden Town no hay sexualidad. Solo habia cuando Rimbaud y Verlaine vivian ahi, pero hace rato que se mudaron a otro barrio.
ResponderEliminarCarmen -mi mujer- y yo estuvimos en Londres hace unos meses, y te aseguro que hubo sexualidad. Por lo menos en la habitación del hotel de Kensington donde nos alojamos. (Qué cheronca el porteño)
ResponderEliminarIrrealizable, sexo, fantasía... diván. Joder, pedazo cóctel. Alguno se apunta con deseo a tirarse... al puente de Pilar. Seguramente el domingo sea el día. Pero que quede entre líneas.
ResponderEliminarSalud!
Feliz puente. Y si te tiras, póntelo, pónselo.
ResponderEliminarInteresante relato, interesante fantasía, pero lo que más me gustó es lo de "...largamente acariciadas."
ResponderEliminarA mí me gusta lo de las terceras tetas.
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