-Diga.
-Hola.
-Diga.
-¿Cuántas palabras, después de hola, tengo que decir para que me reconozcas?
-¿Quién eres?
-Soy aquella.
-...
-No cuelgues.
-Perdona, pero o me
-Diez años.
-¿Qué?
-Casi diez años.
-...
-Te he hecho sufrir demasiado como para que me hayas olvidado.
-Mira, no voy a seguir.
-También ha sufrido tu ex. Pero a ella le he perdido la pista. Como tú se la has perdido.
-¿Qué quieres?
-Uf, esperaba que me hicieras preguntas más interesantes. Tú, un guionista. Un dialoguista. A ver si con el correr de los minutos...
-No me interesa hablar contigo.
-Volver a hablar contigo. No es un mal título para una serie. O para un blog, como ese que tienes.
-...
-Ay, tus silencios.
-No voy a entrar otra vez en tu juego.
-No te engañes: nunca has salido de mi juego. Este intervalo. Todos estos años, también son parte del juego. Un juego paciente. Los paréntesis contienen algo. Forman parte del ritmo. ¿Te gusta cómo hablo ahora? Me he cultivado. Me he cuidado. Los paréntesis contienen algo. Ya no tengo para ti sólo el registro erótico que derivaba en soez, cada tarde. El registro que tanto te gustaba. Que tanto decías que no te gustaba.
-No necesito escucharte. Todo ha cambiado.
-Sí, es verdad. Toda ha cambiado tanto. Ahora estás deseando tener fuerzas suficientes, fuerzas apropiadas para colgar.
-Oye...
-...
-Oye, ya está, ya has hecho todo el daño que podías. Ya no puede dolerme que vuelvas.
-Vas mejorando, sí. Esta conversación está siendo grabada, como te dicen cuando llamas al banco. Luego, esta conversación será transcrita. No suspires. No cuelgues.
-...
-¡No cuelgues, cabrón!
-Te has cultivado, sí.
-No cuelgues. Debo pedirte algo.
-No, no debes pedirme nada. No debo darte nada.
-No cuelgues.
-...
-Te lo ruego.
-Voy a colgar.
-Sí, lo sé. No has cambiado nada.
-...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe muero de ganas de saber qué escribió Lanita. Un saludo
ResponderEliminarQué bueno. Desasosiega pero me encantaría seguir escuchando.
ResponderEliminar¿Se refiere al autor/a del comentario, no? Porque el autor del blog no ha eliminado nada.
ResponderEliminarGracias por desasosegarte, Anónimo. Mantén tu oído alerta.
Me sabe a poco, Blanco. Has dado en tu apellido. Sigue el relato, no seas perezoso. Un saludo.
ResponderEliminarPaciencia, Thornton. Conozco a esa mujer. Seguro que vuelve a llamar. Un saludo.
ResponderEliminarMe comenta Íñigo, en silencio que se presta a un final para Blanco. abrazo
ResponderEliminarGracias, Dani. Te debo una. Y a Íñigo espero deberle un final.
ResponderEliminarHasta sentí ese silencio gélido.
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