-Si quieres que te cuente lo que tú me contabas, lo haré.
-No puedo quitarme sus gafas de encima.
-Debes apuntar esa frase.
-Es lo único que recuerdo. Lo único que recuerdo con solidez. El resto son neblinas.
-Mejor. Mejor que hayas conseguido olvidarlo.
-Recuerdo sus gafas. No he conseguido olvidarlo.
-Deberías poder. Por completo.
-Vagamente creo saber cómo se llamaba, pero no me atrevo a nombrarlo. Su cuerpo se confunde con otros que he conocido, sin embargo hay singularidades que deben serle propias, hay partes que insisten.
-Es bueno para ti que ya no recuerdes su carácter.
-Era un hombre con las ideas claras. Tenía claras sus oscuras ideas, ¿no?
-Esa frase también deberías apuntarla.
-No consigo medir el tiempo que ha pasado. Desde que se fue. Desde que llegó a mi vida. Y a esta casa. Creo recordar que fue casi simultáneo: llegó a mí y aquí. Seguramente me quiso. De un modo inédito, supongo. De mis amores obvios guardo fiel memoria. Del dueño de las gafas sólo conservo el fehaciente recuerdo de sus gafas.
-Te dará poemas. Me parece bien si así consigues no enfermarte.
-No consigo olvidarme completamente de un hombre al que tuve que haber querido. No sé cuándo ni hasta cuando ni cómo ni... No me ha dejado regalos ni notas. ¿Cómo me tocaba? Y yo. ¿Supe quererlo? Estoy casi segura de poder describir su espalda.
-Si realmente quieres que te cuente lo que tú me contabas, lo haré.
-No, déjalo.
-Como quieras, hermanita.
-Quedate a dormir esta noche.
-Pero quita sus gafas de la mesilla, por favor.
-No puedo quitarme sus gafas de encima.
-Debes apuntar esa frase.
-Es lo único que recuerdo. Lo único que recuerdo con solidez. El resto son neblinas.
-Mejor. Mejor que hayas conseguido olvidarlo.
-Recuerdo sus gafas. No he conseguido olvidarlo.
-Deberías poder. Por completo.
-Vagamente creo saber cómo se llamaba, pero no me atrevo a nombrarlo. Su cuerpo se confunde con otros que he conocido, sin embargo hay singularidades que deben serle propias, hay partes que insisten.
-Es bueno para ti que ya no recuerdes su carácter.
-Era un hombre con las ideas claras. Tenía claras sus oscuras ideas, ¿no?
-Esa frase también deberías apuntarla.
-No consigo medir el tiempo que ha pasado. Desde que se fue. Desde que llegó a mi vida. Y a esta casa. Creo recordar que fue casi simultáneo: llegó a mí y aquí. Seguramente me quiso. De un modo inédito, supongo. De mis amores obvios guardo fiel memoria. Del dueño de las gafas sólo conservo el fehaciente recuerdo de sus gafas.
-Te dará poemas. Me parece bien si así consigues no enfermarte.
-No consigo olvidarme completamente de un hombre al que tuve que haber querido. No sé cuándo ni hasta cuando ni cómo ni... No me ha dejado regalos ni notas. ¿Cómo me tocaba? Y yo. ¿Supe quererlo? Estoy casi segura de poder describir su espalda.
-Si realmente quieres que te cuente lo que tú me contabas, lo haré.
-No, déjalo.
-Como quieras, hermanita.
-Quedate a dormir esta noche.
-Pero quita sus gafas de la mesilla, por favor.
-No me pidas eso. Tú duerme en mi lado, yo dormiré en el suyo.
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