martes, 28 de julio de 2009

-El camarero tiene cara de buena persona.

-Buenos días: soy el mal.
-Buenos días: a veces, yo también.
-Me gusta su sentido del humor.
-Puede sentarse. Si no le gustara también podría sentarse: no guardo rencor a quienes no aprecian una parte de mí.
-Gracias.
-¿Es usted el Mal con mayúsculas?
-No, por favor: el Mal con mayúsculas es un pedante. Yo soy el mal de andar por casa. El verdadero. El de "no hay mal que por bien no venga". Soy el mal que da esperanzas. Vanas, claro. Soy terrible. Un encanto. Me hago querer. Ya sabe lo que dicen: "Mal de muchos..."
-¿Quiere tomar algo?
-Gracias. Me bebería una cerveza. Bien fría.
-Yo también me la bebería. El mal se irá sin pagar, supongo.
-Soy demasiado elegante para realizar una acción tan vulgar. El mal invita a la primera y a la última.
-Buenas. ¿Qué van a tomar los señores?
-Dos cervezas.
-La mía bien fría, por favor.
-La mía también.
-De acuerdo.
-El camarero tiene cara de buena persona.
-Si el mal lo dice, no tengo nada que rebatir.
-No me sobreestime. Yo también me equivoco. A veces el mal que provoco en uno tiene un efecto beneficioso en otro. Son los daños colaterales de mi oficio.
-No sufra. No le mentaré las guerras, las enfermedades, el terrorismo.
-La estupidez. Gracias. Prefiero las maldades sutiles, imperceptibles, tibias. Aunque, claro, no puedo dejar de ejercer el mal de brocha gorda. Hay que comer.
-Aquí las tienen, bien frías.
-Gracias.
-Gracias.
-Es verdad, tiene cara de buena persona el camarero.
-Las apariencias engañan, créame, ese engaño es la base de mi existencia.
-Entiendo: lo bueno de lo malo es que parezca bueno.
-Le gustan los juegos de palabras.
-Sí. Ya le dije que, a veces, yo también soy el mal. Le pido disculpas.
-No tiene por qué disculparse.
-¿Y tengo algo que temer?
-Brindemos.
-Por el mal bien entendido.
-Es usted muy amable.
-Si usted lo dice.
-¿Quiere picar algo?
-Me estoy quitando de picar. Sobre todo en compañía del dueño del veneno.
-No. No tiene nada que temer. Sé controlarme. Sé descansar.
-Salud.
-...
-Riquísima.
-Ah, la necesitaba más que pecar.
-El mal tenía la boca seca.
-Me gusta el título. Escríbala.
-No creo que dé más que para un cuento.
-¿Un cuento? Bien, vale... ¿Para cuándo cree que lo tendrá listo?
-Una semana, veinte años...
-Una semana, veinte años... ¿En serio que no quiere picar nada?
-En serio. No se lo tome a mal.
-¡Camarero! Otra ronda.
-...
-Definitivamente, el camarero tiene cara de buena persona.


1 comentario:

  1. ¡Igualmente Blanco! Me alegra de que haya dado conmigo.

    Me tomaré un tiempo para leer cuidadosamente su blog.

    Por lo pronto, lo dejo enlazado.

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