viernes, 25 de marzo de 2011

-Mal cuerpo me dejas.

-Amargo, como el envés de los payasos.
-...
-Creía que la frase era un comienzo. Pero empiezo a pensar que también es un final.
-Mal cuerpo me dejas.
-No me vanaglorio de ello, pero suelo dejar el mal cuerpo en mi afán de buscar el bueno.
-Cuando dejes de perderte en juegos de palabras...
-Las mujeres seguirán dejándome, de cualquier modo.
-Me gusta la mujer independiente. Pero no de mí. De ti.
-La última me mató bastante exitosamente.
-Yo me prevengo ante los abandonos soñando antes con ellos. Cada noche sueño que me deja. A veces, cuando despierto, ocurre. Me dirás que es casualidad. O estadística. Pero yo creo en el poder del deseo de mis sueños.
-Esta mañana he vuelto a no recordar lo que soñé anoche.
-¿Has vuelto a inventarte el sueño?
-Ambos mentimos cada mañana: Yo no sueño, y a ella, en el fondo, le importan un carajo los sueños que le cuento.
-Se ve que es de esas mujeres que se quedan para siempre.
-...


 

viernes, 18 de marzo de 2011

-Y nadie merece mi perdón.

-Ahora que el preso ya no tiembla.
-Y las bombillas no dudan si apagarse definitivamente.
-Ahora que elijo la penumbra pobrecita.
-Y vuelvo a la cama rondado por Bach.
-Ahora que ninguna foto me recuerda.
-Y me desgano por goleada.
-Ahora que mi gata no se atreve a pedirme nada.
-Y le doy exactamente lo que no me pide.
-Ahora que hay tanto afuera en mis adentros.
-Y nadie merece mi perdón.
-Ahora que todos los llantos provienen de un niño.
-Y ser mayor que yo es algo que me ocurre a cada instante.
-Ahora que el preso se apagó definitivamente.
-Y las bombillas ya no tiemblan.

martes, 15 de marzo de 2011

-Puede.

-Baja por las escaleras mecánicas de la FNAC y es la única que no se mira en el espejo del lateral. Todas las demás, los demás, los niños, se miran bajar por las escaleras mecánicas. ¿Tiene amigos? ¿Va al cine? ¿Al teatro? ¿Se pone lo primero que encuentra? ¿Tiene un color favorito? ¿Desea asesinar a su madre? ¿Mal beber? ¿Infancia? Ignoro todos estos detalles sin importancia acerca de ella. Pero que nadie me diga que no la conozco. 
-Eres la única que la conoce, ¿verdad?
-Soy la única.
-Claro.
-¿Puede llamarse celos lo que siento al presentirla paseando en su bicicleta -apuesto que de color negro-  silbando melancolías para sus adentros, dejando en la calle, hasta un momento después de doblar la esquina, la estela -como un vaho- de una sola mirada -¡no la mía!- que ahora vuelve a pestañar, turbada?
-Puede. 

miércoles, 9 de marzo de 2011

-Ahí te has pasao.

-Dejaste tan poca huella en la vida de tanta gente que, si alguno de nosotros recordara tu nombre, intentaríamos promoverte a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
-Devuélveme mi séptimo sentido, ése que yo tenía no recuerdo para qué.
-Si duermes junto a mí, y de madrugada te despiertas con intención de abrirte un caminito a fuerza de acariciarme con tu pierna, deja tu mensaje después de oir la señal.
-Sólo una cosa se interpone entre tú y yo: tú.
-El secreto de tus pasadizos es que no son secretos.
-Si tienes un niño y le pones Rencor no le daré mis apellidos.
-Ahí te has pasao. 


martes, 1 de marzo de 2011

-Por eso, amigo.

-Olvidé todas las historias.
-Por eso te empeñas, vanamente, en recordarlas.
-Por eso no lo consigo.
-Por eso ninguna de las historias que escribes es verdad.
-Por eso no tiene ninguna importancia la cuestión de la mentira.
-Por eso las libretas de apuntes te pierden a ti.
-¿Por eso?
-Por eso, amigo.

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