miércoles, 22 de septiembre de 2010

-Si tú lo dices...

-Hay gente a la que no quiero volver a ver. Nada tiene que ver con el odio. Mucho menos con el despecho. Más bien con el miedo. Quizás con el miedo. Con un temor que proviene de mí y vuelve a mí. Vuelve en forma de mí. Vuelve con mi cara y con mis manos. Vuelve con el ánimo de hacerme lo que les hice. O lo que dejé de hacerles. Miedo inversamente proporcional -¿o es exponencial?- al tiempo pasado.
-¿Al tiempo pasado desde cuándo?
-Al tiempo pasado desde que los vi por última vez. Cuanto más tiempo hace que los he dejado de ver, más temor siento de volver a verlos.
-Exponencial, entonces.
-Si tú lo dices.
-Las mujeres que no quieres volver a ver te han olvidado. Los niños que recuerdas han crecido. Ese que eras ha sido sepultado por este que eres.
-Ellas, ellos, yo, siguen teniendo la edad que tenían. Lo único que ha crecido es el dolor del recuerdo.
-Tranquilo, los fantasmas no se dejan ver.
-Me gusta la frase. Si es que es una ironía.
-Lo que es irónico es que un tipo tan necesitado de fantasmas como tú, tema volver a encontrarse con ellos.
-Eso es paradógico.
-Y también irónico.
-Si tú lo dices...
-Lo digo porque lo sé.
-Si tú lo sabes...
-Te conozco bien.
-Sí, papá.
-Te conozco muy bien. Sobre todo desde que dejamos de vernos.

lunes, 20 de septiembre de 2010

-La asociación libre es lo que tiene.

-Todo tiene su tiempo. Viene en la biblia, en el ADN de los relojeros, y en el de las mujeres del tiempo a las que se les ha pasado su cuarto de hora.
-¿Biblia en minúscula y adn en mayúscula?
-Tengo un dealer que cree proveerme de inspiración y, a veces, de talento.
-Hay que tenerlos cuadrados para dibujar según qué circunferencias. Ándate con cuidado.
-Juega tú los juegos que no se juegan con fuego.
-Ayer vi un programa sobre Praga. Qué grande es la distancia entre el haber estado y el verlo por la tele. Ya lo decían los existencialistas
-¿Todos a un tiempo?
-Sabe más acerca de París alguien que haya estado allí un minuto, que quien haya dedicado su vida entera a estudiar París sin haber estado nunca.
-¿Sabes algo más acerca del existencialismo? Lo digo porque es lo mismo que has escrito hace unos días en lo que, con un poco de suerte y un mucho del dealer, tal vez acabe siendo tu próxima novela.
-Sabina rima Praga con naufraga. En fin.
-Sabina es un grande. Seguro que tenemos el mismo dealer. 
-¿Y Calamaro?
-Hace buenas canciones pop. Ahora, como tetrista...
-Letrista, querrás decir.
-Eso. El teclado de mi Mac tiene razones que mi Macorazón no comprende.
-Vamos a dejarlo acá, que se le está haciendo tarde a la neurona.
-La asociación libre es lo que tiene.
-¿Y el nombre de tu dealer?
-Cheever, Cheever, Cheever.
-Rima con dealer.
-El inconsciente tiene razones que la razón no comprende.
-¿A quién llamas inconsciente?
-Espera a leer los comentarios, espera.

 

jueves, 16 de septiembre de 2010

-Uno quiere hacer un listado.

-Uno quiere escribir libros no escritos.
-Uno quiere amar por primera y última vez a una mujer nunca amada ni dejada jamás de amar.
-Uno quiere que su hijo sea libre para todo menos para librarse de uno.
-Uno quiere enmudecer a este y a todos los estadios con un gol de irrefutable belleza.
-Uno quiere tener un amigo insobornable, inclaudicable, íntegro, interminable.
-Uno quiere desconocer los secretos de lo importante.
-Uno quiere saber aparcarle en dos maniobras la tristeza a la gente que quiere.
-Uno quiere confiarse a la niebla.
-Uno quiere hacerlo mejor.
-Uno quiere saber querer.
-Uno quiere que ella tenga motivos para quedarse.
-Uno quiere hacer un listado.
-Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias.
-Uno quiere que la mejor de las líneas precedentes no sea la de Discépolo.
-Uno sabe que no es posible.

lunes, 13 de septiembre de 2010

-Están hablando de nosotros.

-Oye, oye...
-¿Qué?
-Shhh... los vecinos.
-...
-Están hablando de nosotros.
-...
-...
-Se oye todo.
-Habla bajito.
-Es increíble. Estas paredes.
-La risita de él es
-Es un imbécil.
-...
-... 
-¿El miércoles?
-¿Qué?
-Ella ha dicho que nos han oído, el miércoles.
-¿El miércoles?
-Nos han oído mientras... shhh...
-Y nosotros a ellos.
-Sí, se escucha todo.
-Bueno, tampoco tie
-¿El miércoles?
-...
-Ayer, sí. Ayer jueves. Pero el miércoles...
-¿Qué?
-Que el miércoles yo viajé a Barcelona. Por lo de la serie.
-Sí.
-No estuve aquí. Llegué tarde. Cenamos fuera. No hicimos nada.
-No.
-...
-¿Y qué?
-Que ella dice que el miércoles nos escuchó mientras
-¿Ella dice?
-...
-¿Y qué importa lo que ella diga?
-No, ya.
-Ella puede decir lo que le salga
-Shhh... que te oye.
-Tiene cojones.
-Tranqui.
-Lo que nos faltaba.
-Tranqui.
-Hasta mañana.
-...
-¿De qué coño se rien?
-Te van a oir.
-Imbéciles.

 

miércoles, 8 de septiembre de 2010

-¿Podrás?

-Por la mañana, ella se asustó levemente al comprobar que la puerta de la habitación estaba cerrada. Le preguntó si la había cerrado de madrugada.
-Él le dijo que no.
-¿Quién ha cerrado la puerta de nuestra habitación durante la noche?
-¿La gata?
-Mírala, está aquí dentro, es imposible. Sabes lo que cuesta cerrar esta puerta. La fuerza que hay que hacer.
-Una corriente de aire.
-Todas las ventanas están cerradas. De todos modos, si se hubiera cerrado de un portazo, lo habríamos oído.
-No sé. Yo no he sido.
-Ni yo.
-Ábrele a la gata.
-No, ábrele tú.
-Él se levantó sonriente y ella no supo de su escalofrío.
-¿Podrás?
-¿Si podré abrir la puerta?
-Sí. ¿Podrás?
-Cómo no voy a poder abrir la puerta.
-Él la abrió haciendo un pequeño esfuezo, empujándola después de haber bajado la manija. Admite de viva voz que es algo difícil de abrir y de cerrar.
-La gata sale rápidamente de la habitación, rumbo a la cocina dónde tiene comida, agua y su batea de arena.
-Ellos, ahora deberían ir también a la cocina a preparar el desayuno, pero se demoran en el cuarto de baño que tienen en su habitación, aseándose, comentando lo bien que se ha dormido anoche, por fin, después de tantas noches de calor. Entran y salen alternativamente del cuarto de baño sin mirar hacia el salón semioscuro tras la puerta, y siendo conscientes de que no miran hacia el salón que deben cruzar para llegar a la cocina donde seguramente está bebiendo y comiendo la gata.
-¿Cómo se llamaba?
-¿Quién?
-La mujer. 
-¿Qué mujer?
-La hermana.
-...
-La hermana de la señora que nos vendió el piso.
-Él sonríe antes de decirle que nunca tardaron tanto en ir a preparar el desayuno. No sé.
-Su nombre está en la dedicatodria del libro ese.
-Pues míralo.
-El libro que estaba en la casa. El que le dedicaron en los años cuarenta.
-Sí, sé de que libro hablas. Míralo.
-Está en la biblioteca.
-Míralo.
-En el salón.
-Sal y miralo.
-Voy a ducharme.
-¿Antes de desayunar?
-Creo que se llamaba Julia.
-Hoy llegamos tarde.
-La luz.
-¿Qué?
-Está amaneciendo más tarde. Cada día.
-Sí.
-¿Nos duchamos?
-Hoy hay que comprarle comida a la gata. Ya casi no le queda.
-Esta tarde.
-Dejan la puerta del cuarto de baño entreabierta. La pareja se mete en la ducha. Ella comenta lo bien que se está allí, bajo el agua caliente.
-Él le responde que sí.
-Dan ganas de quedarse aquí.
-Él vuelve a responder que sí.
-Sí, amor.


miércoles, 1 de septiembre de 2010

-Desperté cuando llegué al clímax.

-Dejé de reflejarme en los espejos cuando ella dejó de mirarme de aquel modo.
-Desaparecí por completo cuando se fue con mi vecino el vampiro.
-Desbarranqué el barranco enterito cuando conocí la historia del bebé suicida.
-Demoré el regreso de mi coma cuando le encontré el gustillo a las conversaciones de las enfermeras.
-Decidí moverlo cuando me lo estaba lavando como nunca nadie me lo había acariciado.
-Desperté cuando llegué al clímax.
-Desistí de pedirle disculpas cuando acabó de secarse la cara dejando relucientes su sonrisa y su lágrima.
-Desobedecí los consejos cuando comencé a comer sólido y me cargué al vampiro, a mi ex y al chihuahua -no en ese orden-.
-Deposité mi destino en manos del tipo de la agencia de viajes cuando me mostró el primer folleto.
-Decliné la langosta cuando se cumplía un mes de comer y cenar langosta.
-Deshice las maletas cuando me las encontré en mitad de la habitación.
-De las dos mulatas me quedé con la tercera cuando me hizo creer que no me pedía nada a cambio.
-Desde estas lejanas playas os envío esta bonita postal en la que se puede observar qué es lo que le ocurre a algunos afortunados cuando el sol cae y no hay espejos alrededor.

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