sábado, 25 de diciembre de 2010

¿Entre vosotros?

-Le conté que había soñado con ella. Me creyó. Siempre creía mis mentiras.
-Tú creías que ella te las creía.
-Sí. Luego, cuando despertó, supe que era ella quien me había hecho creer que llevaba horas despierta.
-Bueno, a veces tú creías que te mentía. Y, a veces, no lo hacía.
-Era puntualmente sincera.
-Y tú puntualmente descreído. Sólo que en los momentos equivocados: le creías las mentiras y descreías de sus verdades.
-Esos malentendidos siempre dejaron claro lo que había entre nosotros.
-Y también entre nosotros.
-¿Entre vosotros?
-¿Nunca te lo contó?
-Sí, lo hizo. Pero no le creí.

domingo, 19 de diciembre de 2010

-El delfín justifica los medios.

-La posesión va por dentro.
-Papilla sixtina.
-Ahogar, dulce ahogar.
-Terapia de choped.
-Paladar y tomar.
-Emboca, cerrada.
-El Titanic no vió el hice ver.
-Ama de casa detenida por posesión de estupperfacientes.
-No espejo volver a verme.
-Órden de alojamiento.
-Nómadas lo que necesito.
-Falsa molestia.
-¿Estupras o trabajas?
-Hospedería que me hicierais un favor.
-Berlanga y después morir.
-Oveja preñada por lechal un polvo.
-En cuanto a la reproducción, no ha gonada.
-Comienzo a ser consciente de la ley de la grave edad.
-Curva serrada.
-Se fue sin despiadarse de mí.
-El delfín justifica los medios.

martes, 14 de diciembre de 2010

¿Ya?

-El nieto no llegaba a los dos años. El abuelo ya no cumplía los ochenta. Subieron con dficultad el alto escalón del tren, que la vejez y la primera infancia tornaron en altísimo. Sentó al niño -alzándolo con esfuerzo- en uno de los dos asientos contiguos. El abuelo se sentó a su lado. Le suspiró una sonrisa. El pequeño miró por la ventana. Miró a su abuelo y volvió a mirar por la ventana. Al aproximarse a la siguiente estación, el anciano se puso en pie. Esperó hasta que el tren se detuvo por completo. Ayudó al nieto a bajar de su asiento. Ya habían descendido cuatro o cinco viajeros, y comenzaban a subir otros dos o tres, cuando el abuelo y el nieto, trabajosamente, conseguían aterrizar en el andén. Una chica, desde arriba, les tendió una mano que ya no necesitaban. El abuelo -de aspecto joven, pero tal vez de interior maltrecho- le agradeció el gesto con un leve gesto de su mano y una sonrisa. El tren arrancó y ellos, lentamente, se encaminaron andén abajo. O arriba. La chica se sentó en el asiento que ocupara el abuelo. Nadie se sentó a su lado. Miró por la ventana. Todo el rato.
-¿Ya?
-Ya.

lunes, 6 de diciembre de 2010

-Esta vez no.

-Me llamó desde Nueva York como si aún la siguiera queriendo. Colgamos y no fue capaz de comprender que no era así. Que había dejado de ser así desde mucho tiempo antes de que se hubiera ido. Antes, incluso, de que me hubiera dejado. Me resultó extraño comprender que seguía comportándose como entonces. Tal vez porque esperaba que el tiempo la hubiera cambiado. Aunque fuera a peor. Pero seguía haciendo esas cosas. Continuaba comportándose como si los hechos, las conductas, los nuevos caminos que habían tomado su vida y las de las personas -los personajes- que se incluían en su radio de influencia no hubieran sido registrados por ella. No hubiesen hecho ningún tipo de mella en su inconmovible y desquiciante manera de ser.
-Siempre fue una mujer de convicciones fuertes.
-Y vacuas.
-Vacuas y fuertes. Eso, quieras que no, hacía de ella una mujer especial.
-Lo que hacía de ella una mujer especial es que hubiera pretendido huir de mi vida llevándose a mi hija. Era de esperar que después de cinco años llamara una tarde como si nada.
-¿Por qué hablamos de ella en tiempo pasado si es en este presente que vive en Nueva York junto a tu hija?
-Porque el pasado es algo que está ocurriendo.
-Bueno, piensa sólo en tu hija, en que dentro de una semana volverás a verla.
-Mi hija es la preparación del desembarco de su madre.
-Si tan bien la conoces por qué has dejado que las cosas llegaran tan lejos. Por qué no la dejaste cuando debiste haberla dejado. Antes de que se apropiara de ti. Antes de que se apropiara de tu hija. De su regreso.
-No te alcanzará la vida para agradecerme que se haya apropiado de mí. Eras su segunda opción.
-Era su primera opción, pero yo no dejé que se apropiara de mí.
-Después de la avanzadilla de mi hija, ella volverá a embadurnar esta casa. Será tu oportunidad.
-El pasado es algo que ocurrió. No cuentes conmigo.
-Dirá que finalmente lo ha comprendido todo. Que está dispuesta a cambiarme los años pasados por los años por venir. Se comportará como si tuviera nuevamente veinticinco años y todo estuviera por hacerse. Por hacerse bien. Como si el tiempo no hubiera pasado entre nosotros. Conseguirá tenderme la trampa. Tenderme la cama. Acabará suplicándome que volvamos a hacerlo. 
-Ya sabes lo que debes hacer. Y sabes que debes hacerlo solo.
-Sabe cómo hacerme creer que me hará feliz. Sé que sigue sabiendo cómo hacerlo.
-Pero esta vez no le darás ocasión, ¿verdad?
-Esta vez no. 
-Deberás ser fuerte y olvidar que tu hija estará durmiendo arriba.
-Esta vez no.
-...
-Esta vez no.
-Y por nada del mundo me dejes echarte una mano.

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