lunes, 29 de marzo de 2010

-¿De qué te ríes?

-Si vas a levantarte la falda, apunta bien. Si vas a mentirme, no prologues enunciando tu propósito. Si vas a pedirme que te dé de comer en la boca, empieza por abrirla. Si vas a esparcir tus braguitas sobre el pasado, ten la crueldad de invitarme a tu flashback. Si vas a perdonarme la vida, que sea después de muerto. Si vas dejarme por mí, no me engañes contigo. Si vas a volver con el poeta, asegúrate de que lo sigue siendo. Si vas a tararear nuestra canción, dime cuál es. Si vas a trocar el domingo por un día mejor, no esperes al lunes. Si vas a ejecutar tu acrobacia número 17, no te vuelvas para ver mi cara. Si vas a contarme cuentos, cuéntame el que no me cuentas.
-Si vas a hacerme un colacao, que sea con el original, que me gusta con grumos.
-Si vas a Calatayud...
-¿De qué te ríes?
-pregunta por la Dolores, que es una niña muy guapa, y amiga de hacer favores.
-Si vas a publicar esto, me voy de casa.

martes, 23 de marzo de 2010

-Ni nada.


Para Carmen, que emociona sus trayectos en metro leyendo poesía de la buena.


-Ella también compone su personaje. Y lo hace muy bien. La enfermera de hierro.
-Tiene voz y cara de enfermera de hierro, sí.
-Los ojos un poco demasiado pequeños, tal vez. Pero su mirada está muy conseguida.
-Sí.
-La mirada, joven, es la mitad de todas las cosas.
-¿La mitad?
-La mitad.
-Bien.
-La jefa ha visto mis películas. Me ha pedido un autógrafo en cuanto estuve en condiciones de mover la mano.
-Una de las enfermeras jóvenes también conoce sus películas. Me lo dijo. Al menos Pétalos lascivos.
-La peor.
-Yo no diría eso.
-Ya lo digo yo.
-La crítica no la entendió.
-Ni el público. Ni yo misma. Ni siquiera fue un fracaso de taquilla. Mediocre por dónde se la mire.
-A mí la escena del
-La escena del parking. No hay papanatas que no destaque la escena del parking.
-...
-Acérqueme el vaso, por favor.
-Tome.
-...
-...
-Gracias.
-...
-No se ofenda, joven. Pero me da igual que usted se ofenda.
-No me ofendo.
-Es usted un admirador rendido. Tal vez el último en rendirse. Y no es mal final éste que me ayuda a componer.
-No hable de finales. La operación ha ido muy bien.
-Los médicos creen que sólo han sacrificado una parte de mí. Me la mostraron, metida en un frasco.
-La vida es más que la suma de las partes.
-Le reitero mi agradecimiento. Pero no hace falta que abra la boca para darme ánimos. ¿Ánima es sinónimo de alma, verdad?
-...
-Supongo que ha asentido.
-Sí, he asentido.
-Ánima. Bonita palabra.
-...
-Cuando tenía diez años, rompí una botella de cristal en la habitación de mi madre. No en la habitación de mis padres, sino en la que utilizaba mi madre para estar, para ella, para nada. La botella era enorme, de cinco litros, no sé. Estaba llena de aceite. Yo me entretenía haciéndola rodar. Llegué rodando hasta los pies de mi madre, que leía sentada en su silloncito. Allí la botella se rompió. Ninguna otra madre  hubiera retirado los cuatro o cinco grandes trozos de cristal en que se había convertido la botella y, tumbándose sobre el suelo aceitado, me hubiese invitado con una sonrisa a tumbarme junto a ella. Nos embadurnamos, nos pintamos de aceite, chapoteamos. Dejamos su habitación hecha una birria. Fue precioso.
-Nunca... ¿por qué no contó esto en sus memorias?
-Porque si lo hubiera hecho, este momento ya no sería un regalo para usted.
-...
-No llore, joven. Y busque a la enfermera de hierro. 
-Tranquila...
-Estoy tranquila.
-¿Quiere que llame a su secretaria?
-No hace falta. Ella sabe todo lo que debe saber. Y usted debería saber que el matrimonio de mi secretaria no funciona. Él es un buen hombre. Pero sólo es eso. Usted sabrá lo que debe hacer. Ahora llame a la enfermera, ande.
-Sí, tranquila.
-Nunca lo estuve tanto. Pero llámela. Quiero que sea la primera en este hospital en saber que ya no volveré a hacer películas.
-...
-Ni nada.

martes, 16 de marzo de 2010

-¿Íntima?

-¿Qué tenemos?
-¿Además de la última entrada?
-Sí, además de la entrada póstuma de su diario personal.
-El mensaje en el buzón telefónico.
¿Cuál, el que le dejaron o el que dejó?
-Tenemos los dos. Sólo que el que le dejaron era banal, un recordatorio de algo que debía comprar. Cereales, creo recordar.
-Bien.
-Las dos fotos hechas trocitos.
-Conocía la del marco, los cristales rotos, el pedazo que contenía el ojo y el hombro de ella en la taza del váter.
-Ésa y otra más pequeña, en color, de una Polaroid, más íntima.
-¿Íntima?
-Sí, ya sabes, íntima es la nomenclatura que adoptan las fotos porno cuando son hechas para uso y disfrute de la pareja.
-Ya.
-Cuando no nacen con ambición comercial.
-Sí, vale, ya te entendí.
-...
-¿Y en su blog encontraron algo?
-Nada. Hacía meses que no colgaba nada.
-Colgar, vaya verbo.
-¿Eh?, sí.
-¿Algo más?
-El cuchillo, claro.
-La sangre y las huellas en el cuchillo. Las gotitas sobre la alfombra.
-Nada más.
-Pues...
-Está claro. No hay caso.
-¡No hables como un poli, joder!
-...
-¡Hostias!
-...
-Como un fiscal de esos de las series.
-...

miércoles, 10 de marzo de 2010

-Elige.

-¿Cuánto me faltaba, por aquél entonces, para convertirme en un viejo gloria?
-Demasiado lúmpen para ser un lúmpen.
-Antes de hacer el amor contigo, había hecho el amor contigo con otras.
-Le gusta cuando quien la masturba es su lado masculino.
-Cada minuto que pasa va siendo hora de algo, pensó Bloch.
-Me había sobrevivido con elegancia.
-Desde aquí arriba todo se ve como si la eternidad fuera a diluirse de un momento a otro.
-La segunda ronda la pagó el inventor de la angustia de los domingos por la tarde.
-Antes de abrir la puerta pensó en ella pensando en el anuncio del laxante.
-¿Ya, no?
-No, van nueve, falta una.
-...
-Yo. Dejó los cubiertos sobre el plato como quien abandona definitivamente la esperanza a la que se mantuviera asido durante todo el primer plato.
-Bien.
-Elige.
-...
-¿Elijo yo?
-No.
-Mejor. No sé a qué tipo de historia le estás dando vueltas.
-Yo tampoco lo sé.
-Entonces elije una de mis frases. Y empieza.

lunes, 8 de marzo de 2010

-¿Otra vez tu facilona teoría sobre la luz?

-Me gusta ver dibujar. Ver a dibujantes dibujando. Ver dibujar a mi hijo. Disfruto viendo el proceso de dibujar. En Youtube muchos dibujantes cuelgan la evolución a tiempo real de sus dibujos.  Parece sencillo. Quise ser dibujante. Ejercí, incluso. Me faltó disciplina y voluntad para ser bueno. O simplemente correcto. Las letras le ganaron a las líneas.
-Y tú perdiste ante ambas.
-Tal vez, como dice el dibujante Oscar Grillo, dibujar es contar cuentos. Y yo digo, porque es fácil de decir después de leer lo que ha dicho Grillo, que escribir es como dibujar.  Escritura y dibujo comparten con toda naturalidad conceptos tales como línea, trazo, boceto, perspectiva, movimiento. La luz también tiene mucho que ver con los dibujos y con la literatura.
-¿Otra vez tu facilona teoría sobre la luz?
-Lo que hacen dibujantes y escritores, es iluminar. Dirigir intencionadamente las luces. Hacerlas incidir sobre la vida y sus objetos.  Se iluminan unas partes, dejando en penumbras, o a oscuras, otras. Las historietas y el humor gráfico que leí y vi desde chico me formaron en algún sentido. Formaron también mi visión literaria. Seguramente aterricé en Bradbury por haber sobrevolado las historietas de El Tony, Dartagnan o Skorpio. A lo mejor es que el dibujo se dejó ganar por las letras. En Argentina había y hay potentísimos dibujantes, ilustradores, humoristas gráficos, guionistas de historietas. También grandes escritores, claro. Me salía de los renglones. Me desbordaba por las contraportadas de los cuadernos. Por los pupitres. Me he perdido.
-Tranquilo, seguimos aquí. Estoy contigo.
-No sé muy bien que quería decir. O dibujar.
-A lo mejor querías hablar de cierta evolución.
-Sí. Evolución que parece estar trenzada por elementos más o menos casuales, o tal vez mágicos, pero que en realidad determinan una férrea, y a un tiempo, lábil carretera -neblinosamente señalizada, eso sí, para que te pierdas debidamente-  que te dirige inexorablemente hacia tu destino. Una carretera dibujada y escrita.
-Férrea y lábil. Joder.
-Escritura. Literatura. Dibujo. Historieta. Cine. Algo más. Lo último. Los que escriben, los que dibujan, pintan, etc., comparten también la intuitiva decisión de determinar cuándo una obra está terminada. El punto final. El último trazo.
-¿Ya?

Ilustración realizada por Miguel Villar.

martes, 2 de marzo de 2010

-Qué zafio.

-Mi estilo está hecho de todo lo que no sé hacer o hago mal. Mi estilo son mis limitaciones. Mi musa es de letras pero sólo de consonantes. Mis chistes de siempre son los de siempre. Mi sintáxis no se entera de nada.  Por mis mejores canciones cobra derechos Leonard Cohen. Mi Suzanne se fue sin mi música a ninguna parte. Mi relato más premiado sólo por mi está firmado por John Cheever pero el mejor de sus cuentos está escrito en ruso y es de un tal Chéjov (¡toma!). Mi mejor parte es una parte de mi peor parte. Mi misa no está presidida por un señor al que torturan. Mi mamá me mima. Mi maná me mina. Mi mina (argentinismo) me mama.
-Qué zafio.
-Mi misericordia me tiene bien surtido. Mi mejor perfil me ha sido birlado. Mi prisión tiene las bellas paredes de las que está construído mi amor. Mi amor tal vez no tenga explicación posible y con toda seguridad no necesita prospecto. Mi batalla final fue la anteúltima. Mi reino por mi reina. Mi asociación libre me apresa sin que me resista. Mi resistencia a no fiarme de mis prejuicios es inútil.
-Qué confuso.
-Mi mano izquierda sabe perfectamente lo que hace mi mano derecha otra cosa es que señale para otro lado. Mi disimulo me engaña con otro. Mi doble cobra el doble. Mi coartada me deja a los pies de los caballos. Mis misiones han sido incumplidas con éxito. Mi currículum también es una ficción.
-Mis más sinceras disculpas en nombre de mi amigo.

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