sábado, 19 de junio de 2010

-Que quede entre nosotros.

-Sé que anduviste diciendo cosas de mí a mis espaldas.
-Pero dije cosas a tus espaldas de tu espalda.
-Esas cosas no se le cuentan a una amiga. A una amiga mía.
-Sabes que cuando hablo de tu espalda me desboco.
-Pues deberías mantener la boca cerrada.
-He cuidado el tono.
-No lo suficiente, a juzgar por el efecto que has causado en Paula.
-Es una chica muy excitable.
-No has estado precisamente sutil y poético.
-Me gusta hablar de tu
-No a mi amiga. Sabes cómo se pone. Y por eso lo haces.
-No hay intencionalidad. También le hablo a mis amigos de tu culo.
-Tampoco a tus amigos.
-Las fotos no se las he enseñado a nadie.
-¿Pretendes que te agradezca ese gesto de contención?
-No tienes nada que agradecerme.
-Me gusta que te guste. Lo sabes. Me gusta que te guste más a ti que a mí. Que finjas no apreciar su imperfección.
-Precisamente es lo que lo hace perfecto.
-Gracias, pero
-Es inspirador.
-Ya lo creo. A Paula le inspiras fiebre. No me gusta.
-Bueno, todo el mundo ha leído los poemas.
-Es otra cosa.
-Un reguerito de pelusa casi albina recorre el envés de su cuerpo.
-Sí, y también:  Hay un oráculo dentro de túculo. Inspirador. Ya te lo dije. Hay muchas formas de cantarle a las formas de tu culo.
-De mi espalda.
-Sí, sí, eso, de tu espalda. De toda ella.
-...
-Tooodo él.
-Que quede entre nosotros.
-Vale. Él entre tú y yo.
-¿Lo prometes?
-Prometo dejar de darle tu espalda a todo el mundo.

jueves, 10 de junio de 2010

... (3)

-Para colmo de males, papá muere diariamente. Hay un ratito cada día durante el que mi hijo peligra y no deja de hacerlo hasta que oigo su voz.  Un recuerdo podrido pudre a los demás. Hay una cara que le chorrea por los pechos abajo. Ya no podré marcar ese gol aquella épica tarde que me inscribió en una historia finalmente de otro jugador glorioso que no soy yo. Las campanas de las iglesias del barrio tocando a desvelo. Hay un minuto que no deja de repiquetear cráneo adentro durante horas.  Habrá un amigo que ya no lo es, durmiendo a pierna suelta. Hay la certeza de que ya no podré.  Esta tristeza que tiene razones que mi melancolía no sabe cómo llorarle.
-...
-Para colmo de males, el ring del teléfono astilla nuestra madrugada.

viernes, 4 de junio de 2010

-¿Tú le darías pasta a un tipo que te cuenta que quiere contar eso?

-Creo que todo es inexplicable.
-Y aun así...
-Lo que podemos explicar no nos lleva a la médula. Nos quedamos en la cáscara, en el envase. Tenemos la ilusión de que el envoltorio dice lo entrañable del contenido. Bien lo saben los publicistas. Bien lo creen saber.
-¿Has dormido bien?
-Recuerdo un texto de Ángel Fernández Santos. Hablaba de la imposibilidad de explicar el alma de algo. El sentido nuclear -en ese caso, y por extensión en otros casos, otras artes- del mensaje de una película. Nos pedía que nos pusiéramos en el lugar de Nanni Moretti intentando contarle al posible futuro productor -el tío que tiene que poner la pasta- de qué va, o iría, su película Caro Diario. ¿Cómo decir de qué va lo que quiere rodar?
-Va de un tipo que recorre Roma en su motito.
-¿Tú le darías pasta a un tipo que te cuenta que quiere contar eso?
-No.
-Pero esa maravillosa película va de un tipo que recorre Roma en su Vespa. La peli no es eso, siendo también eso. Explicar la trama -con todo detalle, explicarla plano por plano, línea de diálogo por línea de diálogo- no dice nada de la película, nada que esté por debajo de lo evidente. Nada de eso, por muy puntilloso que seas, por muy claras que dejes las cosas, te acerca al alma de una historia. También leí a Vila-Matas hablando de la pereza que le da explicar de qué van sus novelas. Puede decir mil cosas diferentes acerca de sus historias. Decir a veces una cosa y otras, otra, referidas al mismo texto. Es inútil. Porque es inexplicable.
-¿Entonces?
-Entonces explicar la trama es no explicar nada.
-Pero habrá que alcanzar la esencia llegando por algún camino.
-Por alguno y por ninguno. Por muchos y por ninguno. Por ninguno y por ninguno.
-¿Has dormido bien?
-¿De qué va la vida? ¿De qué va el amor? ¿De qué va la muerte?
-Va de un tipo que recorre Roma en Vespa.
-Tú sí que lo tienes claro.
-Clarísimo.
-Antes de dejar que vayas al gimnasio, quiero decirte que puedes conocerte el plano del metro de memoria, pero si no has bajado nunca al metro, no tienes ni puñetera idea de lo que es el metro. El plano no explica al metro.
-...
-Para escribir guiones para la tele no hace falta que hayas bajado ni una sola vez al metro.
-Para trabajar en el metro no hace falta que sepas idear tramas.
-Anda, que llegas tarde a la Operación Biquini.

martes, 1 de junio de 2010

-No podría abandonarte en el pasado.

-¿Nos volveremos a ver?
-¿Por qué me haces esa pregunta tan ridícula?
-Porque uno puede decir hasta luego y no volverse a ver jamás.
-Sólo me voy a vivir a Londres.
-Si para vivir necesitas irte cualquier lugar es demasiado lejos.
-Eres mi hermana. Vendrás a verme. Volveré a verte.
-Ya odiaba a las inglesas, imagínate ahora.
-Mary es mi salvación.
-Mi salvación era poder salvarte.
-Ya no tienes que hacerlo.
-No me consuela. Contigo no quiero tener deudas que jamás podré saldar.
-Por favor. No me debes nada. Tú eres la única que no me debe nada.
-También odio a papá.
-A él se le pasará. Se le pasará porque el tiempo pasa a favor del amor. Vendrá o vendré y todos nos perdonaremos nuestras deudas.
-¿Eso es de ella?
-No, Mary no escribe tan cursi.
-Una escritora. Una escritora inglesa.
-Sí, quién me lo iba a decir. 
-...
-...
-Júrame que no te acostumbrarás a vivir con el recuerdo de todo lo que fuimos. De lo que fuimos juntas. Tú y yo.
-No podría abandonarte en el pasado.
-Es que es un lugar cómodo para dejarme, muy accesible. Y tú eres muy vaga. Siempre estaré allí. Puedes visitarme sin moverte. Llorar sin que nadie te vea. Lo entendería. Una puede acostumbrarse fácilmente a eso.
-Nunca me acostumbraré a llorar sin que me veas.
-Júrame que tampoco yo me acostumbraré a vivir sin ti.
-Te lo juro.
-Vuelve a jurármelo.
-Te lo juro, hermanita.

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