-Para colmo de males, papá muere diariamente. Hay un ratito cada día durante el que mi hijo peligra y no deja de hacerlo hasta que oigo su voz. Un recuerdo podrido pudre a los demás. Hay una cara que le chorrea por los pechos abajo. Ya no podré marcar ese gol aquella épica tarde que me inscribió en una historia finalmente de otro jugador glorioso que no soy yo. Las campanas de las iglesias del barrio tocando a desvelo. Hay un minuto que no deja de repiquetear cráneo adentro durante horas. Habrá un amigo que ya no lo es, durmiendo a pierna suelta. Hay la certeza de que ya no podré. Esta tristeza que tiene razones que mi melancolía no sabe cómo llorarle.
-...
-Para colmo de males, el ring del teléfono astilla nuestra madrugada.
Que triste relato. Imagino que en estos momentos taladran tu mente recuerdos amargos.
ResponderEliminarSabes tocar la fibra.
Esa tristeza de hoy, la alegría de otro día, todo, absolutamente todo lo transmites.
ResponderEliminarY a leerte tus palabras se adhieren a la piel mezclandose con la sangre y entonces se reviven historias vividas
Es así, los amigos del pasado duermen a pierna suelta, ¿y nosotros?.
ResponderEliminarMaldito teléfono, siempre suena en los peores momentos... literalmente.
ResponderEliminarSaludos
Morimos un poco cada día, sí, pero también, cuando superamos ese día, volvemos como a nacer. Estamos aquí, tú escribiendo, nosotros leyéndote, y los ánimos unos días más abajo, otros más arriba, como todo ¿no?
ResponderEliminarBesets
Y para colmo de males llueve de la mitad de la vida en adelante.
ResponderEliminarMe ha encantado
Saludos
"Hay una cara que le chorrea por los pechos abajo."
ResponderEliminaresa manera de llorar a la melancolía...
Fascinante!!
Un beso!!
Y un sentimiento podrido pudre a los demás. Grandes, Grandes frases
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHace una semana vi fotos de mi padre que no conocía. Entonces se abrieron puertas que nunca se habían cerrado. LLevo una semana escuchando voces que llegan a través de ellas. Leyéndote siento cómo se pulsa algún acorde íntimo que suena a doloroso consuelo. Un abrazo.
ResponderEliminarBlanco, vuelves a ponerme los pelos en posición de firmes. Haces lo que quieres con todos nosotros. Qué jodio, qué auténtico eres.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eres igual de brillante en los textos oscuros que en los resplandecientes.
ResponderEliminarHoy toca oscuridad que deslumbra.
Thornton, pues mira quién habla, que menuda nos has liado tú hoy en el Club.
Un abrazo fuerte para todos, anfitrión y comentaristas, padres e hijos.
Muchos días me despierto creyendo que mi padre aún vive…
ResponderEliminar…El sufrimiento por los hijos no desaparece hasta que te mueres, y lo dudo, yo creo que hasta muertos sufren por nosotros (desde hace cinco años y pico lo sé).
Hay una insignificancia que me da vueltas por la cabeza algunos días, mi padre se murió sin probar la cerveza que yo hago…
Y más cosas, Blanco. Que bien lo sabes hacer. (Entiéndeme bien, o mal.)
Te devuelvo la visita. Pensé que no se podría expresar con palabras la violencia del desgarro. Yo también lo sufrí, pero me quedé sin habla. Ahora tú hablas por mi, por todos.
ResponderEliminarBlanco, cómo incomoda. Cuánto ruido, qué poco sosiego. Precioso, ¿sirven nuestras palabras para levantar ánimos?
ResponderEliminarUy que mofa!!Siempre nos quedará la certeza.
ResponderEliminarbesos
Sólo espero que, a pesar de las horas, la llamada no trajera también malas noticias, aunque no se si es posible que el teléfono suene de madrugada para anunciarte algo bueno.
ResponderEliminarMe ha encantado, Blanco. Un abrazo grande.
Estás tardando demasiado en dar señales de vida...
ResponderEliminarBlanco, ¿todo va bien?
ResponderEliminar¿Dónde andará Blanco?
ResponderEliminarGracias a todos por comentar.
ResponderEliminarPerdón a todos por no visitaros con la frecuencia que merecéis.
Mucho trabajo. Poco tiempo.
Seguimos en contacto.
Besos y abrazos.