martes, 24 de enero de 2012

142.

-Hizo el amor tres veces en la 142. Después, hizo el crimen. Sólo una vez. Las matemáticas del amor y la muerte. La culpa apareció oculta bajo una cifra indescifrable en el avión que lo llevaba de regreso. O lo traía al exilio. Tal vez la cara de la azafata tecleó el número que escondía la palabra a-n-o-c-h-e. Los ojos de la azafata. Él no veía la hora de llegar. No la veía por ninguna parte. Tal vez la hora de llegar había quedado olvidada en la habitación del hotel. Seguramente, una de las chicas que limpian -o uno de los forenses que limpian- ya la habrían encontrado. Y se la había quedado. Lo que para unos es ocultación de pruebas, para otros es un adornito para la mesilla de noche. 
-La mujer del asiento de al lado, la del 7B, pensando lo siguiente: Los hoteles me excitan. Tantas horas del día fuera del hotel, tantas horas con la idea caliente de volver para volver a hacerlo. Todo el tiempo preguntándome por qué he venido sola hasta aquí. Me caldean sobremanera las habitaciones de hotel. Lo hago mal. Lo hago sola. ¿Qué mira este tío?
-Hizo el amor tres veces en la 142 y ahora va a pedirse el segundo whisky. Las gradaciones de la temperatura y el alcohol.
-La mujer del asiento de al lado coge la revista de Iberia. No tiene ningún interés en hojearla. Es una especie de acto reflejo tendente a abandonar la idea de que lo ha hecho todo mal y acabará peor porque si en algo confía es en su poder de seducción. Piensa lo siguiente: Mi vida es una mierda. ¿Qué coño hago yo intentando ligar con un borracho. Iremos a un hotel. Me excitan.
-Hizo el amor tres veces en la 142 y sonríe a la azafata antes de abrir la boca para decir esta boca es mía. Y calla para siempre, porque sabe que cualquier cosa que diga, después de decir Un whisky, podrá ser usada en su contra en el juicio final. 
-La mujer del asiento de al lado mira su reloj y no ve la hora. Antes de retirarse, la azafata le pregunta a la 7B si necesita algo con una sonrisa que dibuja una puerta. La mujer la mira a los ojos y le contesta abriendo la puerta en silencio.
-Antes de entrar, los tres miran el número de la puerta. Él sonríe para sus afueras.

12 comentarios:

  1. Los hoteles inspiran. Tengo mono de habitación de hotel.


    bss

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  2. Quizás la soledad, quizás lo que no es nuestro...
    Ahora que lo pienso, la habitación de hotel es lo más parecido aun huevo que se resquebraja por la mañana.

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  3. 142, bonito número que se simplifica en 7, como el asiento de la señora...no sé porqué llego a ésto...tanta espera para entrar en la habitación...

    Un beso, me encantó!!

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  4. Pegué la oreja al asiento de delante para no perderme ni un ápice de lo que allí se cocía.Y me enteré de todo...nos vemos a la hora del café y te lo cuento.
    Me enganchó.Un beso.

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  5. Una sonrisa que dibuja una puerta.

    A ti hay que leerte mucho.

    No te marches tanto tiempo.

    O marchate pero escribe.

    (Otro libro también).

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  6. Con el whisky suficiente a quien le importa lo que digan en las alturas. Negrísima

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  7. Pues ya sabes, Claudia: elige las estrellas, ahorra y ve. O id.

    Un hotel de cinco huevos, Andreas.

    Abrazo grande y negro, Daniel.

    Si la espera merece la pena, merece la pena, Sensaciones.

    No veo la hora, Pepi.

    Me ruborizas, Lena.

    Un whisky etiqueta negra, Esgarracolchas. (o una negra etiqueta whisky)

    Caramba qué bien, Madison!

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  8. He leído tres veces el 142. Sería un crimen hacerlo sólo una.

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  9. Gracias, Jose.
    Acabo de buscar cimular. Antes de tu aclaración.
    Abrazo.

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