miércoles, 26 de agosto de 2009

-Me gusta conducir por las ciudades.

-Y sin entender ni papa de inglés.
-¿Me está hablando en serio?
-Y tan en serio. Durante diez años. Las calles de Londres no tienen secretos para mi.
-¿Es verdad que les hacen hacer un curso?
-¿Usted tiene estudios?
-Pero no acabé la carrera.
-Acabar la carrera, extraña expresión para escuchar en un taxi. O todo lo contrario de extraña, ¿no?
-Sí...
-Pues yo estuve tres años, tres años estudiando para que me dieran la licencia de taxista en Londres. Prácticamente lo que es una carrera universitaria. Cada tarde de cada día. Aquí cualquiera lleva un taxi, pero en Inglaterra...
-No tiene nada de acento inglés.
-Ya le dije que no hablaba ni papa.
-¿Y cuándo volvió a España?
-Después de mi paso por Stuttgart.
-¿Estuvo viviendo en Alemania?
-¿Conoce Stuttgart?
-No.
-Es una ciudad muy interesante. Allí prima lo alemán.
-...
-Doce años estuve.
-¿A qué se dedicó?
-Taxi, taxi. Yo siempre he sido taxista.
-Es increíble.
-Me gusta conducir por las ciudades.
-Pero... ¿Qué edad tiene usted?
-Cuarenta. Recién cumplidos.
-Entonces, tiene que haber empezado muy joven. Diez años en Londres
-Más los tres de estudios.
-Y doce en Alemania. No me cuadran las cuentas. Se tuvo que haber ido de Madrid con
-Hay que saber aprovechar el tiempo. Esa, fíjese, es la gran enseñanza oriental que aprendí en Tokio. Para ellos el tiempo pasa de otra manera, no sé, le dan importancia a las cosas que verdade
-¿También vivió en Tokio?
-Allí coger el taxi es carísimo. Pero como hay tanta gente. Yo nunce he visto tanta gente metida en una ciu
-¿Cuántos años estuvo trabajando de taxista en Tokio?
-¿Conoce Tokio?
-No, no.
-Aquello es otra cultura. Nueve años. Es muy duro, porque al ser otra cultura. Ellos son más ancestrales, no como nosotros.
-¿Y... cuándo ha vuelto finalmente a Madrid, entonces?
-Soy un recién llegado, como si dijéramos. Esta ciudad ha cambiado muchísimo desde que me fui. Añooo... setenta y seis. Parece mentira.
-¿Setenta y seis?
-Setenta y seis.
-Pero entonces...
-Ahí va.
-¿Qué pasa?
-Que me he perdido. Pero no se preocupe, paro el reloj. ¿Usted no se ubica?
-Pues...
-Joder, esta ciudad parece otra.

1 comentario:

  1. Me alegra haber contribuido a tu lectura de Felisberto. Saludos, Roberto (disculpa la rima involuntaria)

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