-¿Quién puede culparme por odiarlo? Es lógico que tenga este sentimiento. No concibo consumirme en otro. Sería un enfermo si no sintiera lo que siento. Si no lo sintiera en este grado. Lo odio con todas mis fuerzas. Lo odio con mi única fuerza. La que dedico a odiarlo. Soy débil, inconstante, fláccido para todo lo demás. Nunca podré ser como él. Nunca. ¿No es motivo más que suficiente para odiarlo del modo en que lo odio? Tengo una sólida razón para odiarlo: Me dedico a lo mismo y... ¿lo has oído?
-Sí, claro.
-Por muy amigo mío que seas no puedes decirme que no es el mejor. No te creería. Creería que eres un necio. Un imbécil.
-Es el mejor.
-Ya puedo dedicar todas las horas de mi vida a superar su excelencia. Ya puedo hacer lo imposible. Ya puedo matarlo. Nunca seré mejor que él.
-Pero tú eres muy bueno. Eres brillante.
-No te patetices.
-No es que quiera consolarte, lo creo de verdad.
-Sé que lo crees. También yo lo creo. Soy muy bueno. Y comparado con casi todos, puedo, y más de una noche, resultar genial. Pero te estoy hablando de
-Ya lo sé.
-otra cosa.
-Ya.
-Te hablo de eso. Eso.
-...
-Eso que yo jamás tendré.
Algunos hacen mucho sombra, otros tantos simplemente la buscan.
ResponderEliminarSaludos, Blanco.
A veces adoramos más a la peana que al santo.
ResponderEliminarSer el mejor debe agotar, Blanco. Y nunca te llevas sorpresas como esta.
ResponderEliminarUn beso.
Así de mal gastamos muchas veces la energía.
ResponderEliminar"Lo odio con mi única fuerza"
ResponderEliminar...Eso que jamás yo tendré.
Cómo me gustan estos dialogos que no te llevan a ninguna parte...¿O sí?
Besicos amigo y siempre muchas gracias por dejar tu impronta en mi ventana.
Pienso que es como en la música.Todos podemos aprender a dirigir una orquesta y hacerlo bien o muy bien, pero Karajan solo hay uno.
ResponderEliminarEl texto y esa ilustración tan musical me han recordado inmediatamente la novelita de Bernhard "El malogrado", lectura que, si no has hecho ya, te recomiendo enfáticamente.
ResponderEliminarEs una lástima que buenas cualidades se malogren en rivalidades absurdas, pero a esos genios hay que odiarlos ¡con la única fuerza!
Sigue así y verás cómo acabas sintiendo nuestro odio.
Un abrazo hipócrita.
Me has hecho recordar al chelista Yo-Yo Ma. Es tan perfecto que cuando ensayaba con otros músicos cometía errores voluntarios para que se relajaran.
ResponderEliminarImagino a los violeros, a los violinistas y a los chelistas de turno mirándolo de reojo y pensando: "Es el mejor".
Un abrazo, jefe.
En las teclas eres el mejor.
ResponderEliminarY no me discutas.
Un beso, Blanco!
llevo rato largo por tu página. tienes una producción excelente. no escribo en las demás entradasa por no agobiar. éste último escrito... me recuerda, no sé por qué a eso de cortazar "lo terrible de cuando nos plagian los clásicos". no sé que tiene que ver, acaso porque siempre hay alguien mejor que te pisa.
ResponderEliminarun placer y un saludo, sincero.