-Empieza tú.
-Los pies.
-El título se lo ponemos al final.
-Vale.
-Empieza.
-El tipo mirándole los pies a la chica.
-La tiene enfrente.
-El vagón del metro está casi vacío.
-Yo también estoy allí.
-De pie.
-Al principio el tipo mira con disimulo.
-Al final, sin él.
-Ella juega con el señor.
-Mueve los deditos.
-Arquea el empeine.
-Oculta el pie derecho tras el izquierdo.
-Y viceversa.
-Tiene un gran dominio de la viceversa.
-Se quita el anillito que lleva en el dedo anular del pie izquierdo.
-Se lo vuelve a poner.
-Ahora tendría una visión suprema del escote.
-Pero sólo tiene ojos para sus pies.
-La cara del tipo es una oda al gesto desencajado.
-Suda.
-No quiero saber si hay evidencias de su inquetud a la altura de la bragueta.
-Vergüenza ajena.
-La chica se pone de pie repentinamente.
-El tipo sigue allí.
-Parece querer disimular su congoja quedándose helado.
-La chica se baja.
-Yo me bajo.
-Aquella señora del fondo se baja.
-Es el fin del trayecto.
-El tipo sigue allí.
-Parece una marioneta de hilos destensados.
-Se queda solo.
-Metido en su silencio.
-Un guarda jurado lo coge del hombro y lo sacude levemente.
-Lo cree dormido.
-Profundamente.
-Siempre hay uno que se queda dormido.
-Casi siempre se trata de un hombre.
-Lo llama.
-Señor...
-La marioneta parece haber perdido a su dueño.
-Fin de trayecto.
-Una expresión muy acertada.
creo que una vez hice eso mismo, y también me quité el anillito... Jajaja!
ResponderEliminarPues de alguna manera, al leerlo, me he sentido dentro del trayecto observándolo todo. Muy interesante la experiencia.
ResponderEliminarEs que hay pies que quitan el hipo....
ResponderEliminarEl tipo se queda allí metido en su silencio, un silencio mortal...Fin del trayecto.
Besicos salados desde mi Cabo.
Esta parejita es genial, ¿qué no se les ocurre para pasar las horas muertas?. Nada, tú ya lo sabes, esos pequeños detalles son los que dan vida a las relaciones.
ResponderEliminarMenos mal que aún hay quien coloca los títulos al final.
ResponderEliminargran historia y genial manera de contarla
ResponderEliminarPor los pies comienza todo.
ResponderEliminarUn abrazo, Blanco
Soy Mercè Estruç - no he podido entrar con mi cuenta.
ResponderEliminarQue afortunado ha sido al vivir l'acción de "viceversa" de sus pies. Seguro que ha llegado a su fin de trayecto lleno de placer y felicidad.
Un abrazo
los pies no sólo sirven para caminar
ResponderEliminarme ha gustado
Pues muy mal hecho, Chica de las biscotelas.
ResponderEliminarEn el metro pasan cosas que lo transportan a uno. Además del propio metro, claro, La-de-.
Pies que le hacen a uno trastabillar en la vida, Cabopá.
Eso es, Aina. El diablo está en los detalles.
Aún no está todo perdido, Stultifer.
Gracias, Antero.
Me alegra leerte por acá, Jesús. A ver cuando te leo por tus pagos. Un abrazo.
Algunos dicen que murió de felicidad. Pero no te lo puedo asegurar Mercè.
Gran verdad, Rafa.