viernes, 29 de mayo de 2009

-La culpa es de las palabras.

-Seguramente resultar pretencioso.
-¿Eso es lo que más?
-Sí, lo que más me preocupa es resultar pretencioso. Eso y que te gusten esas cortinas.
-Si te preocupa resultar pretencioso es porque eres consciente de serlo. A veces. Me gustan, pero prefiero que pongamos unas elegidas por nosotros.
-Claro. Pero es muy difícil reconocer cuándo no lo eres y cuándo lo serías. Sobre todo antes de serlo o después de haberlo sido.
-Sí, el límite es difuso.
-El límite es difuso. ¿Tú no temes resultar pretenciosa?
-No es un miedo que me quite el sueño.
-Dices "El límite es difuso", toleras esas cortinas tan... modernas, y no temes resultar pretenciosa.
-Si creo que el límite es difuso deberé decir que el límite es difuso.
-Podrías decir que el límite no está claro. Que no se sabe muy bien cuál es la línea divisoria. No sé, hay opciones menos pretenciosas.
-Bueno, tú crees que tus opciones son menos pretenciosas. Si me permites, dar opciones, decir qué es moderno y qué no lo es, es bastante pretencioso por tu parte.
-La culpa es de las palabras.
-Toma pretenciosidad: La culpa es de las palabras.
-Siempre nos ganan.
-Sigue, sigue.
-Es una batalla perdida.
-Bueno, bien, entre tanta frase pretenciosa es bienvenida una frase hecha. Una frase hecha sin más.
-Todas las frases son frases hechas.
-Hala, vuelta a empezar.
-Está amaneciendo.
-Puede ser una buena noticia.
-¿Cómo has dormido?
-La mudanza me dejó agotada.
-Necesitábamos un cambio. ¿Cambiaremos las cortinas, no?
-Sí, pero ¿necesitábamos este cambio?
-Vamos a ducharnos. Vamos a ducharnos como siempre. Como en las otras casas. Todo sigue igual.
-Necesitábamos un cambio. Todo sigue igual.
-La cama es diferente, el colchón, me gusta.
-Pero no hemos dormido del todo bien.
-Tampoco del todo mal.
-Tampoco.
-En cualquier caso, no por culpa del colchón.
-¿Por culpa de qué?
-La mudanza, la primera noche. Es lógico.
-Ha sido la primera noche en nuestra nueva casa y las palabras nos han vuelto a ganar.
-¿Enciendo el calentador?
-Sí, a la ducha.
-Venga.
-¿Te acuerdas con qué fuerza salía el agua de la ducha en nuestra primera casa?
-Demasiada fuerza.
-A mi me gustaba.
-A mi también.

1 comentario:

  1. Ay, la mayéutica, la mayéutica... ¿Tendría Sócrates alguna noción del concepto nuestro tan latino de... "charleta"? Juás.

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