-Ya sé que Lucien Freud no inventó la carne.
-Ni su abuelo.
-Pero lo olvido cada vez que veo alguna de sus pinturas.
-Me caigo otra vez de culo siempre que recuerdo aquella exposición suya.
-La piel de gallina.
-Tampoco inventó la piel.
-Ni su abuelo esas miradas que no pueden ser salidas de un pincel. De una pintura. De un trazo.
-Me acerqué hasta casi tocar con mi nariz ese cuerpo.
-Y era mentira que lo estabas viendo, ¿no?
-Mi nariz al lado del lienzo parecía una falsificación de la naturaleza.
-¿Y cómo murió?
-¿Quién?
-Lucien Freud.
-No lo sé. Pintando una de sus venas imposibles de pintar.
-Creemos que no somos como él nos pinta.
-Que no estamos hechos de lo que su abuelo dice que tenemos dentro.
La locura se hereda, la genialidad...a veces, también.
ResponderEliminarYa no importa cómo murió...
ResponderEliminarDescanse en paz, él, su obra tendrá la vida.
Besicos salados.
Ellos supieron qué hacer del hambre.
ResponderEliminarQué letras estas, B!
Sus personajes y animales reflejan una realidad conmovedoramente fragil.
ResponderEliminarEl niño se ha hecho mayor, ahora es tan leyenda como el abuelo.
ResponderEliminarPerfecto ese punto de unión entre nieto y abuelo.
ResponderEliminarFULLLLLL PARALELO. UN GUSTO VISITAR SU ESPACIO.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Algunos parentescos son evidentes, pero todos ellos son inevitables.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta entrada y la coreografía de vals vienés con que los has hecho bailar.
Un abrazo.
Aunque todos los parentescos son inevitables, sólo algunos de ellos son evidentes.
ResponderEliminar(Me ha parecido que así queda mejor expresado, sea lo que sea lo que quiera decir)
Como dicen los boxeadores, todo se pega. (perrrdón, Aina)
ResponderEliminarSí, es la ventaja de esta gente, que se quedan pintados para siempre.
(¿Sigues en tu patio, Cabopá?)
Tú sí que sabes, Lena.
Muy de acuerdo contigo, La-de-.
Dos grandes Freuds, así es Esgarra.
Los puntos de unión son lo mío, Claudia. (no me pidas que te explique esta chorrada, porque no podría)
¡El gustazo es mío RELTIH!
Y tú, bailándote otro vals con tus dos comentarios. Tan conjuntados que parecen uno. Tan diferentes que parecen iguales. Tan bailarines, ellos, Jose.