-Porque destroza los días de mierda. Esos irremediables que chorrean por las paredes, gotean del techo, forman charcos que la más eficaz chica de la limpieza alimentaría con lloros ante la imposibilidad de hacer algo al respecto. Pues ella coge displicentemente los días de mierda y los mete en las bolsas negras -o en las malas, las azules compradas en el chino- y los tira al contendor mezclados con restos los orgánicos de la cena de ayer, del desamor de antes de ayer, del sueño precario por su culpa y por la mía. Y te enteras al día siguiente de lo que ha hecho. Su discreción actúa de madrugada. Profetiza sin querer que ya no podrás dejarla. Que hará magia con tus zonas erróneas y -te pongas como te pongas- te sentirás un poco imbécil cuando saques a pasearlas delante de su cara de incredulidad. Tal vez te diga que ya has vuelto a hacerlo, con tono desganado que te desganará. Celebra así sus pequeños y merecidísimos triunfos sobre mi megacampeona gilipollez. Los funambulistas no pierden pie cuando la ven, porque para extraviar la cabeza hay que ponerse a la altura de sus ojos. Yo, desde que la conozco, vivo dándome golpes contra los muebles, rodando por los suelos, renovándome la mala sangre que me inyectan los hijos de puta que desean lo peor a la gente feliz. Tal vez fuera posible resucitar de no haberme homenajeado por primera vez y por la vez mil y pico con su desnudez devastadora. No me importa disponerme ante ella con pelos y señales. Pero ahora, claro, después de su enamorada acción de desescombro de lo que de mis tragedias ha quedado, estoy muerto y enterrado y soy el sustrato de flores que no disponen de nombres en latín de los que fardar, pero también carecen de espejos adolescentes en los que creerse menos sencillas de lo que son. Tus rarezas morenas me erizan las risas me comen las penas. Juegas con las comas de mis discursos y les das el sinsentido que se merecen. La convivencia mata la relación y otras pelotudeces están siendo bellamente pintadas y barnizadas de colores y brillos cambiantes que tiñen de verdades mentiras universales -o tiñen de lo contrario-, tales como que la fecha de caducidad del amor viene impresa en la ya madura tapa de mi corazón.
Las gratitudes.-Delphine de Vigan
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Contraportada
«Hoy ha muerto una anciana a la que yo quería. A menudo pensaba: ”Le debo
tanto.“ O: ”Sin ella, probablemente ya no estaría aquí.“ Pens...
Hace 1 mes
Tus rarezas morenas me erizan las risas....
ResponderEliminarBuuuuuuueno....vas a tener que darme el nombre del vegetariano aquel.....
;)
Beso blanco...Blanco.
Yo siempre creí que TODAS las flores, hasta las más sencillas, tenían nombre en latín para fardar.
ResponderEliminarDescubriendo tu blog.
ResponderEliminarBonitos dibujos
Un saludo
Troesma, ¿nos tomamos unas birras? Yo invito.
ResponderEliminarBuen monologo y muy grafico. Yo diría que el protagonista de repente se da cuenta de que a pesar de que lo amable y agradable, amen de enamorado del momento, todo ello puede cambiar con la costumbre y la cotidianidad que supone compartir un espacio. Me gusta mucho como lo cuentas
ResponderEliminarPero que buenisimo. Definitivamente Blanco,los argentinos sois los que mejor haceis uso del castellano. Plasplasplasplasss...eso es un gran aplauso, un poco ortopedico perp no se dibujarlo mejor!lo que cuenta es la intencion!
ResponderEliminarCuando se llega al punto de no importarte disponerte ante alguien con pelos y señales. Ese alguien merece ese monólogo.
ResponderEliminarA veces cuando leo tus textos me pregunto cuanto hay de vivido y cuanto de intuido.
Como dice Miette mas arriba hay una riqueza especial en el uso de palabras , en la construcción,en el tono.Seguimos leyéndonos
El Estragón, Lena. Menú a 10€. Aunque soy más de carne, a veces busco la inspiración entre las verduritas.
ResponderEliminarNo voy a discutir eso contigo, que eres la que sabe de plantas y flores, María Jesús. A nosotros se nos mueren hasta las flores de plástico.
Gracias por pasarte, Made. Vuelve.
Si vos invitás, yo bebo, Baldanders.
La-de, me dejas sin palabras con tu análisis. Me gusta, prefiero ser analizado. En realidad, no le doy demasiadas vueltas a lo que escribo. O se las doy muy rápido. Gracias.
Ruborizado estoy, Miette.
Todo es ficción, MK. Sobre todo lo vivido, o vívido. O vividó. Seguimos.
Gracias a todos, incluso a los habituales que parecen haberse tomado un descanso de mi blog. (las indirectas son lo mío)
En ocasiones, es saludable girar la pluma del teclado y dar un vuelco, entregarse al monólogo y salvar de los residuos con veinte mil nombres algunas frases que crucifiquen la rutina de los días.
ResponderEliminar¿Necesito decirte que me gustó? Así ha sido.
Siempre he tenido enormes problemas con la ortografía. No sé porqué nunca he conseguido recordar ni adaptarme a las normas. Tampoco suelo acordarme de pasar el corrector .Y lo mío con los acentos ya podría catalogarse como un síndrome .En ocasiones he llegado a poner trés en una misma palabra...y mira que cambian ciertas palabras según el acento..
ResponderEliminar¡No, MK, no he querido hacer un chisto sobre faltas ortográficas! Cuando me escribas una palabra con tres acentos, sí, pero con vivido, no. Un saludo.
ResponderEliminarMe alegra que le haya gustado mi comentario a una fan descarnada de Julio Cortázar.
A la que aparece una Ella parece que nos sentimos como más inspirados. Te has puesto con un monólogo y lo has convertido en música en prosa. Me encanta el ritmo que le das. Por la frescura parece salido de golpe y a borbotones pero hay frases que realmente parecen muy meditadas. Aunque da igual.
ResponderEliminarBrillante la frase final de tu monólogo. Muy digno colofón del resto.
Ole ahí, BLANCO!!!
ResponderEliminarOLEEEEE!!!