-Ya no escribo cartas. Ni marco naipes. Ya no le escribo a él. Ni a ellas. Ya no hago goles. Ni los evito. Ya perdí ante rivales indignos. Ya gané a alfeñiques con gafas. Ya empaté conmigo. Ya no hago listas de más de dos ítems. Ya no recuerdo el rostro de mi primera novia. Ya no pienso que todo tiempo pasado fue pasado. Ya no tengo nostalgia de cosas que tanto necesitaba. Ya me sé el oficio. Ya se ha muerto papá. Ya puse la otra mejilla. Ya me robaron mi mejor perfil. Ya soy añorado por quienes tanto me odiaron. Ya me gané el infierno. Ya pasó mi cuarto de deshora. Ya no vuelvo a no creer en algún dios. Ya me hice perdonar por mí. Ya no estoy para aquellos trotes. Ya tendréis noticias mías. Ya me espera desnuda. Ya no imagino a mi amigo imaginario. Ni qué decir tiene que ya ni qué decir tengo.
-Y ya tienes un hijo.
-Sí. Por lo demás, sigo siendo aquél.
-¿Es una ironía, no?
-¿Tú qué crees?
-Que sigues respondiendo algunas de mis preguntas con una pregunta.
Es el cuento de nunca acabar y el que nos hace crecer para bien o para mal.
ResponderEliminarYa, bueno desde hace ya hace un tiempo me tienes encandilada con tus escritos.
ResponderEliminarBuenas tardes Blanco.
Te ha quedado como la letra de una canción. Juagando con ls frases hechas. Muy bien.
ResponderEliminarYa te leo y sé de ti. Existen cosas que nunca cambian. El estilo es una de ellas. Estilo negro, como el de las películas. No es mala cosa.
ResponderEliminarMe gusta esa bicicleta.
Sin darnos cuenta, a veces sin querer darnos cuenta, cambiamos, lo hacemos constantemente.
ResponderEliminarBonito rincón.
Ves cómo tengo razón. De mayor quiero ser como tú, que escribes como los ángeles, jodio Blanco. Un abrazo.
ResponderEliminarNada que decir para poder decir "nada mas".
ResponderEliminarY resumirlo todo en una contradicción fingida.
Nada que decir, para dejar una inestimable hoja en blanco a la palabra.
hay una cancion que tenes que escuchar ,donde esta presente el mismo espiritu de tu texto.
ResponderEliminarTe dejo aqui el enlace:http://usaelreflejo.blogspot.com/2010/01/ya-no-se-que-hacer-conmigo.html
Saludos desde Montevideo.
Estare visitandote.Luis
Sí, que nunca acabe el cuento de nunca acabar, La-de.
ResponderEliminarNo tengo palabras, Madison.
Sí, el truco del leit motiv, Xibeliuss. Pero no despreciemos los trucos.
Mi bici es tu bici, Isabel.
Cambia, todo cambia. Como cantaba la negra Sosa, Recuerdos.
Me tienes sobrevalorado, Thornton. Sigue así. Un abrazo.
Gracias, Camino. No tengo más que decir.
Gracias por la visita, Luis. Un gusto.
Parece mentira las cosas que veo/por las calles de Montevideo. (perdón, no pude resistirme)
Saltando de blog en blog he llegado a este lugar .... estupendo espacio, por cierto. Si me lo permites, repetiré.
ResponderEliminarRealmente las cosas no cambian, aunque sí el punto de vista, ese deseo de estar de vuelta de todo y aun así, no conseguirlo. Y esperar a que sea el hijo el que tire del carro, que uno está ya muy mayor.
ResponderEliminarEstás hecho el Jean Paul Belmondo de los blogs. Qué manera de ligar, chaval...
ResponderEliminarTe lo permito, Verónica. Y gracias por lo de "estupendo espacio", la frase favorita de Neil Armstrong. Pásate cuando quieras, a pesar de mis chistes.
ResponderEliminarMagdalena. Si espero que mi hijo tire del carro, tendré que esperar mucho. Tiene once años. Pero seré paciente. Gracias por tu punto de vista. Y por mantener tu estupendo blog.
Ay, Cristóbal, tontorrón, que eres un tontorrón y un celosín: sabes que sólo tengo ojos para vos.
Era gallego...
ResponderEliminarJa, ja, ja. Algo más casi en común. Mi hija tiene 12 años. Y aun así, espero que tire del carro, porque lo que no me quita nadie ya son los años (los míos). Gracias por tus gracias a mí.
ResponderEliminarPor lo visto -o por lo escrito- no puedo evitar que se evidencie la sangre gallega que corre por mis venas. (¿por dónde va a correr, si no?)
ResponderEliminarDe nada, Magdalena.