-Vestía ropa de zorrita. Tenía la boquita húmeda de lascivia. Te miraba como una niñita que supiera sacarte lo que quisiera de los adentros más inaccesibles. Y sabía. Andaba con ese contoneo hecho de sutilísimos saltitos que no llegaban a ser del todo saltitos. Su cuerpo era forma y consistencia perfectamente equilibradas, es decir, llevadas exactamente hasta el límite, al milímetro, al gramo previo al desbordamiento total, a la catástrofe humanitaria. Todo lo tenía ceñido, estrecho, pequeñito, para jugar a que no podrías pasar por allí. Y también tú podías. En cuanto te acercabas, eso que parecía un casi inapreciable puntito nego se transformaba en un túnel negro en el que ennegrecerse por completo. Hacía el amor como, no hacía el amor, follaba como si acabara de aprender, como si aún llevara la L, como una alumna que quisiera impresionarte. Si preferías instalarte en lo tibio se encargaba de no sobrepasar los 30º. Pero también, si lo preferías -si ella hacía que lo prefirieras- podías pasar de lo glacial a la temperatura adecuada para malear el acero sin estaciones intermedias. Toda ella invitaba al diminutivo soez, promiscuo, bajo, golfo, despectivo, vulgar. Era la mujer que ninguna madre querría para su hija. Ni yo querría para mí. Nunca rompió un plato, sólo los ensuciaba. Y ese modo aterrador de entristecerme que tenían sus ojitos pidiéndome que no me ponga triste. Era la mejor de las peores. Me sacaba de quicio.
-Y sin embargo.
-¡Dios, cuánto la quise!
Sin aliento me has dejado. Es perfecto. "La mejor de las peores". Tela.
ResponderEliminarImpresionante descripción, la veo contonearse.
ResponderEliminarqué bueno, Blanco. Seimpre un placer pararme en esta casa. PEro un gran placer. Un beso.
ResponderEliminarPareciera sacado del último libro de Sánchez Dragó y sus revolcones con niñas de 13 años.
ResponderEliminarExcelente, Blanco.
ResponderEliminarSaludos.
He ido a ponerme el sombrero, sólo para descubrirme. Me quito el sombrero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Grande la descripción, pero ¡qué final!
ResponderEliminarel final es lo mejor
ResponderEliminarMe gusta mucho eso de no romper platos sino ensuciarlos...cuántas cosas encierra esa frase...
ResponderEliminarbeso blanco, Blanco.
sobre todo se palpa su presencia
ResponderEliminarDe lo mejorcito que te he leido.
ResponderEliminarMe he quedado sin palabras.
No tienes límite, has escrito una mentira de verdades.
ResponderEliminarUn abrazo, jefe.
Y todo esto en un “colchón de trescientos doce muelles con funda de Damasco”
ResponderEliminarLo de “agilidad” fue un pecado infantil por mi parte. Lo que envidio es tu genialidad, me cago en los mengües.
Yo me quito la gorra verde con el escudo forestal.
Roberto Villar Blanco, un abrazo fuerte.
Uf. Plas, plas
ResponderEliminarUn pequeño Bukowski ilustrado jejeje!, tomalo como un buen cumplido!
ResponderEliminarMe gustan los relatos que atentan contra las historias que la gente espera leer, un poco de realidad en este mundo que se sorprende por cuestiones que suceden todos los días y acepta otras…aún más bajas.
Abrazo!
Yo tuve una novia exactamente así. Gracias por recordármela, y cómo.
ResponderEliminarLos retos, a este caballero le gustan los retos. Bueno como siempre. Saludos.
ResponderEliminar¡Como para no quererla tal como la pintas!
ResponderEliminarQuererla mal, por supuesto.
Gracias porpasarte, José Luis. Y respira...
ResponderEliminar¿Tú también la ves, Claudia? Qué alivio, pensé que yo era el único.
El placer es mío, mislargos pies.
No, no creo que te parezca sacado de ahí, Stultifer.
Gracias, Marcia.
Eres muy amable, Daniel. Ponte el sombrero que en Galicia hace frío...
Y tú, Jesús, vuelve a ponerte la gorra, que seguro que por tus bosques también hiela.
Bien está lo que bien acaba, Xibeliuss. (escrito con tus sugerencias cinematográficas para este lunes de fondo)
Otro para ti, Lena. Blanco como un plato blanco lavado con Mistol.
Se palpa lo que se puede, Rafa.
Gracias, Madison. Pero sigue hablando.
Otro para ti, Thornton.
Gracias por comentar, Jordi. Y por los dos aplausos. ¿O eran bofetadas?
Gracias por pasarte, Manu. ¿Lo de Bukowski ilustrado lo dices porque dibujo "realmente" mal, no? Un abrazo.
C.B.: me ¿alegra? haberte recordado a tu ex. Prometo no volver a hacerlo.
Y a esta dama, ¿no, Recuerdos? Un saludo.
¿Qué hacemos con los recuerdos, Jose, los reconstruímos o edificamos otros encima?
No sé qué me emociona más, tus palabras o tu fidelidad para conmigo.
ResponderEliminarAunque sí lo sé.
Gracias por todo, Blanco.
Por Nadna, nada.
ResponderEliminarQue divina descripcion! Por partes me recuerda a lo que alguien que conozco podria decir de mi.. Besos!
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