miércoles, 5 de mayo de 2010

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-Ahora que lo pienso -antes no lo pensaba, de haberlo hecho jamás me hubiera adentrado en ella- la calle no existía. Y lo digo sabiendo que sigue estando allí, a unos cien metros de mi antigua casa de Buenos Aires. Tal vez el único irreal o inconcreto fuera el tramo oscuro. Negro. Me atraía  ser atravesado  por el miedo de atravesarla. Ese trecho también sigue estando donde estaba. Aquí, en este cuadrante del mapa de mi infancia. No sé si ahora está mejor iluminada que entonces (el progreso ilumina demasiado). En cualquier caso, a pesar de las pruebas en contrario, no existe la calle que me daba miedo. La que me llamaba desde el agujero de tiempo que había en la esquina opuesta. Podía llegar a mi casa por otro camino. El buen camino. Pero no me gustaría Bradbury si eludiera mi calle del miedo. Ni Zobel. Ni Rothko. Ni Cheever. Ni las malas mujeres que han sabido odiarme como dios sugiere. Ni mi amigo Pablo. Ni mi enemigo Roberto Villar. Ni Vila-Matas. Ni Lobo Antunes. Ni las películas que me hicieron llorar. Ni Woody Allen. Ni Drácula. Tendría que buscar en google referencias de un escritor llamado Borges, de un jugador apellidado Pelusa -como mi perrita, sacrificada con una inyección-. Mis lagunas formativas se hubieran llenado hasta el borde si hubiese pasado más veces por mi neblinosa calle. Si hubiera renunciado a mi hogar con mayor frecuencia canalla. Si no hubiese tardado tanto en confrontarme al miedoso futuro que me acercaba o alejaba de mi casa. Atravesaba la calle con la cabeza oculta bajo mis lloradas sábanas. Mordiendo las puntas de las solapas de mi pijama. Pisando desdeñoso las cucurachas que me quitinaron la infancia. ¿Quién, Kafka?, me preguntaría. Si yo no me hubiera metido en esa calle nocturna, ¿cón quién estaría ahora Carmen? Cuántos pasadizos habrían quedado sin penetrar de no haberla penetrado mirando sólo el paso siguiente. Cuántos de los rencores que acumulo en la recámara no habrían sido recolectados jamás. ¿Alguien cree que ella y yo habríamos conocido Praga si no le hubiese echado aterrorizados cojones a mi calle? Si a mí no me hubiera gustado y no gustado pero aún así gustado entrar y salir una y otra vez de la noche de la calle Deán Fúnes en el tramo que va -según consta en el catrastro- de la avenida Belgrano a la calle Venezuela, me hubiese ocurrido otra vida. Una vida contada por un cobarde que de niño, de adolescente, de mayor, prefería caminar por aceras luminosas. Sin mi calle yo no sería el hijo y el padre de Miguel. 
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-Si mi calle existiera yo no existiría.

17 comentarios:

  1. Ostras Blanco, que genial. Si en este blog hubiesen iconos sin dudarlo un momento pondría aplausos y más aplausos.
    Echo de menos poder leer un nuevo libro tuyo, echo de menos a Willy, al hijo de Willy, etc.
    Deseo y espero leer un libro tuyo en breve , y no me des las gracias, porque lo hago de forma egoista, lo hago por el placer de leer algo hermoso.
    Un beso

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  2. Yo tengo un callejon que tampoco existe donde me deje la vida. Algun dia te contare la historia.

    Un saludo

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  3. Pero es qué todos tenemos esas calles, coladeras o incluso avenidas /no conocidas/no tituladas/nocturnas/fantasiosas?/..

    Nota cultural de todas las ciudades que he tenido la fortuna de conocer en el mundo. Buenos Aires es a la que regresaría, y regreso constante en mi mente. Cuánta vida dentro de florida!!!

    Un gran beso.

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  4. Me consta que Deán Funes entre Belgrano y Venezuela de día también es irreal, BLANCO. Tanto como el limbo de la espera en un hospital. Yo la caminé varias veces de grande y con el sol de noviembre pegándome en la cabeza, como 'exiliado temporario' de mi Flores de toda la vida, y con la casi completa certeza de que iba a terminar mudándome a Chacarita. (Vos me entendés.)

    Un abrazo

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  5. Yo no tengo una calle así, pero de seguro mi mente actua del mismo modo, sin mis otras yo existieran, supongo que yo misma dejaría de existir, pero sin sus voces, yo no sería la que soy.

    Saludos

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  6. Amigo, pensar de esta manera en algo que existió y que ahora no existe es hablar de nostalgia, se pueden sentir las intermitencias de tu alma, y también puedo escuchar el eco de aplausos..no lo oyes? son para ti.
    Besos de una frivosofa

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  7. Esto que debiera escribir en mi casa, lo escribo en la tuya, porque tu casa me gusta más.
    No, ni Bradbury, ni Zobel, ni Rothko, ni Cheever, ni Roberto Villar, ni Vila-Matas, ni Lobo Antunes, ni Woody Allen, ni Drácula, ni Borges, ni Praga, ni Samsa, ni…
    Blanco, tranquilo, tu calle no existe.
    No, tu calle no existe, porque yo la vi en una fotografía de la exposición “Buenos Aires demolida”.
    No, tu calle no existe, pero yo veo deambular por ella al mismísimo Kleinman.
    No, tu calle no existe, aunque en ese trozo de calle esta la Casa de Fausto y el viejo tranvía acelera chirriando al pasar a su altura.
    No, Blanco, tranquilo, tu calle no existe, porque no hace mucho me tropecé con un libro de Blanco que ponía “a mi hijo Miguel”, y todo esto fue porque alguien dijo “Blanco dijo: primera visita a tu …”

    Blanco, ya se que es desde hace poco, pero disfruto mucho con tus trozos de vida, digo Vida. Gracias.

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  8. Tu padre Miguel, tu hijo Miguel y Carmen adorarán siempre que esa calle/no calle exista y no exista. Existes tú, eso es indefectible y profundamente conmovedor.

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  9. me gusta este blog enhorabuena por tu trabajo, saludos.

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  10. Cuando se trata de la propia existencia, los atajos son un engaño tanto como los rodeos. Tenemos una cierta idea de por donde queda la calle por la que debemos transitar, y si somos honestos con nosotros mismos, hacia allí vamos, con nuestras dudas y nuestros miedos, por supuesto (que no nos falten nunca), pero hacia allí vamos.

    Existes: te leo.

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  11. Tenemos entrañable la semana, sí...
    Ambos.
    Un abrazo, Blanco. Que no pare la lluvia.

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  12. Eso hubiera sido una verdadera pena para muchos. También para los sequidores de tu blog.

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  13. Me asomo a tu ventana para darte las gracias por lo bien que escribes...Terminé el fin de semana "Asoma tu adiós" Escribes como a mi me gusta que escriban, no podía dejar de leer...
    Tengo cantidad de párrafos subrayados...
    "Recuerdo en blanco y negro cuando nació Mito -al final, tanto que renegaba, renegábamos de un único hijo, se quedó sin un hermanito Ficción, o sin una hermanita Fábula o Leyenda."
    Gracias amigo BLANCO, a ti por tu "Nada que decirte"...¡ Vaya parádoja" BESICOS

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  14. ¿Cómo haces para ser casi siempre la primera, María Jesús. Será que los del campo sois más madrugadores. Gracias.

    Ojalá pronto puedas leer un nuevo libro mío, Madison. Pocas cosas me gustarían más. Y nada de darte las gracias, que ya está bien, hombre...

    ¿Cómo que algún día? Venga, desembucha Esgarracolchas, que la vida es corta.

    Y en Corrientres, y en Defensa, y en Venezuela, y en... Yo también quiero volver siempre, Valery.

    Epa. Esa historia exige ser desarrollada, Risk. Cuente algo más. En cualquier caso, me alegra que no haya acabado en Chacarita. Ni en la Recoleta. (¿El Ángel Gris sigue merodeando por las calles de Flores?)

    Todos tenemos una calle así, Marcia. Real o inventada. O las dos cosas.

    Gracias por tus filosóficos aplausos, Miette. Y por tu fidelidad.

    Me estoy planteando abrir un blog con los comentarios que dejas en el mío. Te los agradezco muchísimo, Jesús. Escribes increíblemente bien. Vuelvo a recomendar fervientemente tu blog. Un abrazo.

    Ay, Anónimo. ¿Qué ameba sería yo sin usted?

    Gracias por la visita, Sir John. Vuelva cuando le apetezca.

    Así es, Jose. Nacer con un callejero ayudaría, pero nos perderíamos callejear sin rumbo, que así también, con suerte, uno acaba sabiendo por qué calles debe andar. Un abrazo.

    Siempre es un placer verte por acá, Ossip. Que no pare.

    Eres muy amable, Mis largos pies. Un gusto verte.

    Muchísimas gracias por leerme, Cabopá. Me alegra que Asoma tu adiós te haya gustado. Un beso.

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  15. Hola, Roberto, mi calle de la infancia tenía un pasadizo secreto que conectaba con mi mundo imaginario donde empezaba la aventura y las niñas eran intrépidas y no necesitaban que las quisieran.

    Todavía hoy me escapo a ese paraíso y miro con nostalgia mi capa de espadachín, mi pata de palo, mi barco velero, mi cabina de "teletransporter..."


    No te conocía y ha sido una sorpresa.


    Me apunté tu novela "Asoma tu adiós" para buscarla, creo que me puede gustar por lo que he leído.

    Voy a ir leyendo a ratitos lo que has publicado por aquí, tienes un blog muy interesante.

    ha sido un placer. Un beso,

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  16. Gracias, Tesa. Por pasarte, por comentar, y si lees mi novela, gracias anticipadas por la crítica que te ruego hagas después.
    Nos seguimos viendo. Un beso.

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