jueves, 18 de junio de 2009

-Tu verdad está en la morgue.

-Hay momentos en los que no puedes no mentir. Hay momentos en los que es inevitable decir la verdad. Ahora, por ejemplo, no puedes seguir mintiendo. Te va la vida en ello.
-No estoy obligado a declarar en mi contra. Pero tengo absurdos principios que me obligan a decir la verdad, y mi verdad siempre declara en mi contra.
-Tu verdad está en la morgue.
-Y tu mentira no ha podido evitarlo.
-Todas estas palabras, esta palabrería...
-Lo habéis leído todo. Todo está ahí.
-Son sólo diarios.
-Mi diario, libretas, las servilletas. El mensajito en la botella. Habéis arramblado con todo. Con toda mi verdad por escrito.
-Eso no prueba nada. Prueba que dejas ficciones por ahí.
-Por cierto, espero que me devolváis todos mis papeles: no tengo copia.
-Se hará lo que dictamine la ley, los protocolos. Soy un policía íntegro.
-¿Y me llamas mentiroso? Para ser un poli íntegro hay que ser un mentiroso ímprobo.
-No te pongas chulo, escritor de mierda, y confiesa de una puñetera vez.
-¿Estás grabando este interrogatorio?
-Estoy haciendo lo que tengo que hacer.
-Es que confesando soy mejor por escrito.
-Pues escríbela.
-Ya está escrita. ¿Cómo coño tengo que decírtelo?: mi confesión está en esos textos que me habéis robado.
-Son pruebas, y no te los hemos robado.
-Pues no tengo nada más que decir que lo dicho en esos folios.
-Estoy perdiendo la paciencia.
-Peor es lo mío, que estoy perdiendo mis escritos.
-Son pruebas.
-Yo ya me he confesado.
-No has dicho nada.
-No has entenido nada. Y no has entendido porque no basta con saber leer. Además, hay que saber leer.
-Te pudrirás aquí dentro.


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